¿UN POCO MÁS DE NARCISISMO?
Hace algunas semanas, platicaba con mis hermanas de la sorpresa que me causa y lo ajeno que me parece el narcisismo con el que se conducen algunos líderes (tengo que decirlo) en su mayoría -hombres-. Estos seres casi mitológicos que no tienen empacho alguno por autopromoverse, autodesignarse como infalibles y colocarse a nivel Olimpo, incluso pasando sobre quien estorbe, sin un ápice de duda. Platicábamos que parece haber una especie de epidemia de rasgos narcisistas, especialmente en el mundo corporativo. O quizás estamos más sensibles al tema gracias a la insistencia de las redes sobre que el mundo tiene indicadores de narcisismo rayando en lo patológico.
¿Por qué estas personalidades no son tan magnéticas? ¿Cuáles de estos indicadores han sido herramientas útiles para sobresalir en los negocios? Algunos psicólogos organizacionales hablan de narcisismo productivo y narcisismo destructivo. Sin entrar en definiciones profundas, exploremos…
Amamos a los narcisistas productivos porque suelen ser estrategas talentosos que encuentran valor en los riesgos necesarios que nos empujan a los grandes cambios. Son los líderes perfectos en tiempos de transición, carismáticos que nos convencen con su retórica grandiosa. ¿Qué les podemos aprender?
1. Tienen una enorme visión. Pueden cultivar ideas grandiosas sin que les estorben detalles de operación minúscula.
2. Tienen seguidores a su causa. Son excelentes oradores y a través de su lenguaje, nos convierten a su culto.
3. Los riesgos no los asustan, los inspiran.
4. Son excelentes autopromotores. Creo que las mujeres en general (hay excepciones), solemos ser menos diestras cuando se trata de autopromocionarnos. Personalmente, cada vez que tengo que hablar de mí estoy siempre conscientísima de no sonar soberbia y elijo mis palabras para no dar la impresión de que estoy enamorada de mí misma. ¿Por? Porque nos han enseñado que hay más valor en la humildad que en la vanidad.
5. Son hábiles políticamente, entienden su entorno y construyen lazos útiles.
Sin pecar de vanidad ni olvidarnos de la empatía y el bien mayor, creo que podemos aprender de estas enormes personalidades y fortalecer nuestro personaje profesional sin perder de vista quienes somos.