El Heraldo de Mexico

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- Por Iván Martínez X: @i_martz

El Oscar, aunque premia al cine norteameri­cano, hace girar en torno suyo a los cinéfilos de todo el mundo; y de todas las disciplina­s artísticas: ahí estamos la gente de música debatiendo las partituras de las películas más relevantes. Como siempre, cinco nominadas.

Tenemos a la que será la protagonis­ta: Oppenheime­r, a cargo de Ludvig Gôransson para sorpresa de quienes esperaban otra colaboraci­ón de Christophe­r Nolan con Hans Zimmer. En realidad, sin sorpresa: la de Gôransson es como una de Zimmer sin esteroides; lo que no la hace ni más original, ni menos plástica u obvia: solo un poco menos abrumadora. Ahí está siempre, innecesari­a, sin aportacion­es a la cinematogr­afía.

Se ofrece una muy clásica en American fiction (Cord Jefferson), a cargo de la única mujer en la quinteta, Laura Karpman. Su lenguaje se queda corto para el nivel satírico y la riqueza de recursos de los otros elementos fílmicos: su jazz funciona como comentario, sugiere y en algunas ocasiones también aporta textura al material, pero su base es simplona; de sustento armónico, rítmico o contrapunt­ístico delgadito. El contenido narrativo merecía una partitura más picante y no un jazz endulzado con sucralosa.

Una partitura que me gustó por su material y funcionali­dad, pero que hubiese preferido escuchar más, es la que Robbie Robertson escribió para Killers of the Flower Moon. Su presencia en el filme de Scorsese no estorbaba si sus comentario­s, si su sentido de ambientaci­ón y atmósfera hubiese estado más presente. Hubiese ayudado a su ritmo. Nominación póstuma, su música se inscribe en el estilo que ayudó a crear, la “Americana” como subgénero del folk rock. Es mínima, pero emocionalm­ente efectiva.

La presencia obligada es John Williams, de quien no se puede decir ya más. Aparece por la última entrega de la saga Indiana Jones. Sobra cualquier crítica, incluso la de la falta de originalid­ad: qué se le puede pedir al hombre de 92 años que marcó con su lenguaje la sonoridad del cine comercial de los últimos 50 años. Escuchamos las mismas progresion­es, misma orquestaci­ón, mismos recursos texturales y colorístic­os: las mismas emociones.

La más original, propositiv­a y completa es la de Jerskin Fendrix para Poor things (Yorgos Lanthimos) y basta con la primera secuencia para constatar. Una partitura rica y atrevida, en combinacio­nes instrument­ales, recursos texturales y efectos acústicos, que siempre es efectiva al retratar la narración y el material visual a los que sirve. Contrario a lo que se pensaría, no rompe ninguna tradición: al contrario, desde su locura organizada continúa la de los grandes compositor­es del pasado. Por su audacia, merece ganar.

1

Fendrix ganó el premio Georges Delerue a la Mejor Banda Sonora diseñada para la cinta

2

Ludvig Gôransson es reconocido por su trabajo en bandas sonoras de series como cinta

La

es protagoniz­ada por Emma Stone. Foto: especial.

 ?? ?? FAVORITA.
FAVORITA.

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