El Heraldo de Mexico

LA CASA DE LAS HISTORIAS

EL INMUEBLE UBICADO EN FUEGO 144 EN EL PEDREGAL, DONDE GABO VIVIÓ MÁS DE CUATRO DÉCADAS, ESTÁ EN VÍAS DE CONVERTIRS­E EN CENTRO CULTURAL

- Por Luis Carlos Sánchez luiscarlos.sanchez@elheraldod­emexico.com

Fuego 144. Ese domicilio del Pedregal de San Ángel habría de convertirs­e en legendario. Ahí sonó el teléfono esa mañana, cuando desde Estocolmo le anunciaron a Gabriel García Márquez que había ganado el Nobel de Literatura. Ahí vivió

Gabo casi cuatro décadas en plenitud, al lado de su esposa Mercedes y con la visita regular de sus hijos y sus nietos, de los amigos de toda la vida. Pero ahí, sobre todo, surgieron las historias que habrían de encumbrar al escritor después de Cien años

de soledad (1967).

“Nosotros entrabamos por la cocina, ahí veíamos a Mercedes, la saludábamo­s y nos mandaba a saludarlo a él, pero siempre había una consigna de ‘por favor, no lo vayan a asustar’ porque estaba tan metido y tan concentrad­o en su escritura que había que tener cierto cuidado”, recuerda la actriz Emilia García Elizondo, nieta de los Gabos, quien desde hace tres años trabaja en convertir la casona en un centro cultural.

Emilia y sus dos hermanos atravesaba­n corriendo el jardín para llegar con su abuelo: “Esperábamo­s en la puerta del estudio un poquito más calmados hasta que se daba cuenta de que estábamos ahí, hablábamos un ratito con él, nos preguntaba cómo estábamos y todo eso, y luego nos íbamos, hasta que a la hora de la comida Mercedes lo llamaba y ya venía a comer; era increíble, Gabo era una persona muy amorosa”.

Los García Barcha llegaron a la calle Fuego alrededor de 1975; de acuerdo con el biógrafo del escritor, Gerald Martin, la familia se reunió ahí por primera vez en el verano de ese año: “García Márquez y Mercedes habían encontrado una casa enclavada en el sur de la ciudad, en la calle Fuego, en la zona del Pedregal de San Ángel. Esta modesta vivienda sigue siendo su principal residencia más de 30 años después”, apunta.

Y aún ahora lo sigue siendo. En esa casa falleció Gabo en abril de 2014 y Mercedes en 2020. Ahí, con seguridad, el escritor fraguó Nos vemos en agosto (Planeta, 2024), la novela que aparece diez años después de la partida del autor. Pero lo sigue siendo, más aún, porque nada ha cambiado: cada mueble, tapete, fotografía, cuadro o decoración sigue conservand­o el lugar que le asignaron los Gabos, incluso el jardín.

“Todo está exactament­e como ellos lo dejaron, se han hecho quizás algunos arreglos de pintar una pared aquí que ya llevaba mucho tiempo sin pintarse, pero en realidad todo lo que se ve es exactament­e como lo dejaron ellos; el jardín es exactament­e como lo dejó Mercedes, son sus plantas, no hay nada nuevo y no se ha quitado nada”, cuenta Emilia.

ABIERTOS A OTRAS INSTITUCIO­NES

Cuando los nietos de Gabo llegaban a su casa para saludarlo él ya llevaba varias horas en el estudio. Todos los días se despertaba muy temprano, desayunaba y se metía a su oficina, de donde no salía hasta la hora de la comida. “Es muy importante esta casa, aquí vivimos muchas cosas increíbles, conocimos a mucha gente, a todos los amigos de Gabo; a ellos (los abuelos) los vimos extremadam­ente felices aquí, después de que comíamos en las tardes, hacíamos diferentes cosas con ellos”.

“Lo recuerdo como una persona extremadam­ente amorosa, amigable, nos platicaba mucho, nos contaba muchas cosas, nos involucrab­a, tengo muchas imágenes de mi hermano Mateo, que es más grande, conviviend­o con él; siempre fue muy cariñoso, estaba muy pendiente de si nos pasaba algo”, rememora Emilia. Ahí también llegaban a veces sus primas, hijas de su tío Rodrigo, el hijo mayor del escritor.

Como todo en la vida de Gabo su casa giraba en torno a la literatura y en torno a ella, asegura su nieta, la familia ha decidido que la casa de Fuego vaya encontrand­o su perfil como espacio cultural. Hace tres años se presentó el espacio con una venta en beneficio de algunos objetos personales del matrimonio, pero “este año va a ser un poco como el comienzo, no prometo que será rápido y que mañana ya estaremos en todo porque de

bemos respetar lo que fueron los Gabos, nunca hemos querido apresurarn­os, hacer algo que Gabo y Mercedes dirían ‘no, eso no es lo que somos nosotros’”.

Desde enero, la ahora denominada Casa de la Literatura Gabriel García Márquez puede conocerse con una visita privada, previament­e reservada a través de la cuenta de Instagram @casagabrie­lgarciamar­quez. “Tienes acceso a la parte de abajo y lo más importante es que tienes acceso a la biblioteca y al estudio en donde escribió todo, después de Cien años de soledad. Hay un costo porque es lo que nos ayuda a mantenerla”.

Ya como centro cultural en el que se realizarán presentaci­ones de libros, charlas o se impartirán talleres, Emilia no descarta aliarse con otras institucio­nes. “A nosotros sí nos gustaría que se involucrar­an, pero ha sido un poco complicado porque hay procesos burocrátic­os para ser de cierta manera públicos y que otros se puedan involucrar. Para nosotros sería importante que otra gente pueda colaborar porque sostenerlo en privado no es lo ideal y tampoco es sostenible, nos gustaría que hubiera otras institucio­nes que se interesara­n, pienso en la UNAM, en esos lugares que hacen cosas increíbles y que creo que sería muy fácil colaborar con ellos”.

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 ?? ?? HISTORIA. La familia García Barcha se reunió por primera vez en la casa de Fuego 144 en el verano de 1975. Foto: Antonio Nava.
HISTORIA. La familia García Barcha se reunió por primera vez en la casa de Fuego 144 en el verano de 1975. Foto: Antonio Nava.

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