El Heraldo de Mexico

UN CUENTO FEMINISTA DE

Se trata de “En agosto nos vemos”, el más reciente librito del finado mejor escritor contemporá­neo en lengua hispana, Gabriel García Márquez

- Gabo, ramito ramito Gabo leitmotiv ciclón político librito EN EL VISOR: Desafío común tienen las candidatas presidenci­ales Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez. La morenista, quitarse de encima el estigma de que continuará con la inservible política de abra

ale la pena desviarse del electoral que atraviesa México para ahogarse, de una sentada, en la lectura de “En agosto nos vemos”, el más reciente del finado mejor escritor contemporá­neo en lengua hispana, Gabriel García Márquez, puesto ayer a la venta por editorial Diana, justo el día en que cumpliría 97 años.

Más allá de que evidenteme­nte estaba planeado como una novela y terminó siendo un cuento, por razones que se pueden leer entre líneas en el prólogo redactado por los hijos del se trata de un relato puramente feminista.

La historia gira en torno a Ana Magdalena Bach, mujer cuarentona, “felizmente” casada, madre e hija, que cada año un día de agosto se monta en un transborda­dor para llegar a “la isla” (presuntame­nte Curazao) a visitar la tumba de su madre y dejarle un de gladiolos.

En uno de esos viajes, Ana Magdalena, descubre a su otra yo, o a una de sus otras yo, al dejarse enredar en una noche de pasión loquísima con un desconocid­o. Justo ahí, inicia una transforma­ción y un autoconoci­miento que, se da cuenta, había mantenido totalmente embodegado.

En efecto, esa noche desencaden­a a esa otra mujer, entre santa y puta, que los próximos años, siempre a mediados de agosto, será el de sus visitas a la isla. Sí, va religiosam­ente a dejarle el de gladiolos a su madre, y a platicarle cómo estuvo su año, el de su esposo, director de un Conservato­rio, y el de su hija e hijo.

Pero también, y principalm­ente, va de cacería, para lo cual se desgarra la piel de su yo cotidiano para dejar aparezca como loba hambrienta de sexo desenfrena­do esa otra Ana Magdalena que acecha en bares o congales a hombres,

a quienes aprende a usar y desechar.

Año con año, cada agosto, hace el mismo ritual, como si se tratara de su personal ceremonia de placer contrapues­to a los atavismos sociales a los que se debe sujetar los 364 días restantes de cada año.

Rebelde, liberada, completa y sin culpa, Ana Magdalena Bach espera todo un año esa fecha de agosto. Pero en la espera va cambiando interiorme­nte, ahí donde sólo es posible el cambio de verdad, pero donde también es más doloroso.

Porque va entendiend­o de otra forma su vida de mujer cuarentona, “felizmente” casada, madre e hija y, sobre todo, “la desgracia de ser mujer en un mundo de hombres”.

Imperdible cuento del que ya tuve la fortuna de leer, gracias al buen corazón de Melissa Moreno.

VLa historia gira en torno Ana Magdalena Bach

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