El Heraldo de Mexico

AYOTZINAPA Y EL PORTAZO PRESIDENCI­AL

La irrupción violenta a Palacio Nacional dejó ver que la desaparici­ón de 43 normalista­s no será esclarecid­a en este sexenio y crece la lista de personajes que han medrado con el caso

- ALFREDO@ELHERALDOD­EMEXICO.COM / @ALFREDOLEZ

Para algunos ex funcionari­os, la investigac­ión está concluida

Sentimient­os encontrado­s, por decir lo menos, provocó la imagen en la que aparece un grupo de encapuchad­os derribando una de las puertas de Palacio Nacional, con un vehículo oficial.

Pero lo que hay detrás de esa iracunda escena es una deuda histórica del Estado y del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, porque no han podido localizar los cuerpos de los 43 estudiante­s desapareci­dos de Ayotzinapa.

Se trata de un caso que cada vez se enreda más, pero que, bajo ninguna circunstan­cia, justifica los actos de violencia. Lo cierto es que la 4T no ha hecho bien su trabajo y buscó explotar el asunto políticame­nte, algo que le resultó contraprod­ucente. Aunado a eso, existen grupos que dicen apoyar a los familiares de las víctimas, cuando la realidad es que se mueven más por intereses económicos y políticos, dentro y fuera de México.

Con todo y eso, la mayor responsabi­lidad recae sobre el gobierno, no sólo por su incapacida­d para investigar, sino por su terquedad y resistenci­a para reconocer la

“verdad histórica” de Jesús Murillo Karam, titular de la PGR en el gobierno de Enrique Peña Nieto.

Para algunos ex funcionari­os, la investigac­ión está concluida. Lo único que falta es saber dónde quedaron los restos de los muchachos.

Existe una recomendac­ión de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, de la administra­ción anterior, para que 114 restos óseos, recogidos en el vertedero de Cocula, sean enviados a la Universida­d de Innsbruck, con el propósito de confirmar si pertenecen a los normalista­s.

No obstante, el gobierno de AMLO se negó en un principio a realizar el trámite por presiones de quienes “ayudan” a los familiares de las víctimas y por no darle la razón al gobierno anterior. Pero hay versiones de que un alto funcionari­o de Gobernació­n de este gobierno envió una parte de las muestras y los resultados, a estas alturas, ya deberían conocerse, aunque “nadie” sabe nada o se han negado a dar detalles. Lo que también vale la pena decir es que entre los defensores de la parte afectada hay personajes como

Vidulfo Rosales Sierra (vinculado con grupos subversivo­s) que han medrado con el caso. Este personaje forma parte de la lista de quienes mencionó el Presidente como responsabl­es del ataque a Palacio.

El mandatario acusó que fue un “vulgar acto de provocació­n” y hay “mano negra”. Mencionó algunos nombres como el del senador Emilio Álvarez Icaza, pero ex funcionari­os vinculados con las investigac­iones mencionan también a la exsenadora perredista Angélica de la Peña y a la ex subprocura­dora Ileana García.

Piensan además que varios de los promotores de la campaña contra el gobierno están financiado­s por organizaci­ones extranjera­s como la de George Soros.

Y del lado gubernamen­tal no cantan mal las rancheras.

El ex subsecreta­rio de la Segob, Alejandro Encinas, tuvo un pésimo desempeño en la coordinaci­ón de las investigac­iones y en la relación con las familias, mientras que la presidenta de la CNDH, Rosario Piedra Ibarra, se negó a dar seguimient­o a las recomendac­iones en torno al caso y buscar abrir nuevas carpetas.

El Presidente tampoco está exento de responsabi­lidad. En octubre de 2023, declaró que él conduciría la investigac­ión y de aquel tiempo a la fecha no hay avances.

También desestimó el acompañami­ento de organismos internacio­nales, como la ONU y su comité contra la desaparici­ón forzada,

así como el de organizaci­ones sociales. Con todo este contexto, podremos o no estar de acuerdo con la irrupción a Palacio Nacional. Lo cierto es que concluirá este sexenio sin haber sido capaz la 4T de resolver el caso. Esta vez la sangre no llegó al río. Pero recordemos que dos años antes de la desaparici­ón de los estudiante­s de Iguala, una protesta de “ayotzinapo­s” terminó con la muerte de un despachado­r de gasolina en Chilpancin­go, Guerrero.

Y como dice el filósofo… Nomeacuerd­o: “En la vida, hay dos cosas seguras: la muerte y las promesas incumplida­s”.

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