IMÁGENES de la vida
EL CENTRO CULTURAL FÁBRICA DE SAN PEDRO, EN MICHOACÁN, PRESENTA LA PRIMERA GRAN RETROSPECTIVA DE LA FOTÓGRAFA MEXICANA CON OBRA EMBLEMÁTICA E INÉDITA
Con Manuel Alvarez Bravo aprendí a ser Graciela Iturbide y Toledo me enseñó defender lo que hacía
GRACIELA ITURBIDE FOTÓGRAFA
Para Graciela Iturbide (Ciudad de México, 1942) “la cámara siempre ha sido el mejor pretexto para conocer el mundo, las culturas, la gente y la vida”, un instrumento que le permite congelar aquellos momentos que sólo ella ha visto y compartirlos.
Su obra, de más de cinco décadas, se puede apreciar en Graciela Iturbide, figura imprescindible de la fotografía mexicana, muestra que se inaugura el 22 de marzo en el Centro Cultural Fábrica de San Pedro en Uruapan, Michoacán.
“Como Picasso, yo no busco, encuentro; siempre dejo que el mundo me sorprenda, que la vida cotidiana me muestre algo maravilloso y me permita tomar una parte de ella”, dijo en entrevista.
La exhibición revisita cada uno de los temas que le apasionan como lo ritual, la naturaleza, los animales, la muerte y el viaje —como experiencia de introspección de autoconocimiento—, pero nunca vuelve a ellos cuando necesita comenzar de nuevo: “aprendí a tomar inspiración de todo lo que mis ojos ven, de todo lo que mi piel siente, de todo lo que me provoca una situación y de todo lo que me regala la vida”.
“Verán fotos de todas las series que he realizado, pero no todas las he exhibido, qué pena mostrar las mismas siempre, hay muchas inéditas que habían permanecido guardadas, de las primeras hasta las más recientes, de mis viajes a la India, a Uruguay…”, contó la también cineasta.
Asimismo, explicó que va a exhibir fotos que se hicieron emblemáticas como la de Nuestra Señora de las Iguanas o La Medusa Juchiteca —como fue apodada en Oaxaca— “su nombre es Zobeida y la conocí cuando acompañé a la mujer que me recibió en su casa, en Juchitán, a vender jitomates al mercado; y ella vendía iguanas y la forma más fácil de transportarlas era esa, llevarlas en su cabeza, ya nunca supe si fue consciente del alcance que tuvo esta imagen”, recordó.
Por último, Iturbide contó que aunque de niña quería ser escritora, su vida no sería igual sin la fotografía “me falta tiempo para seguir tomando fotos”; sin embargo, escribe todo lo que sucede en sus sueños y ha llenado cuadernos enteros con ellos.
La museografía y la sonorización fue realizada por Mauricio y Manuel Rocha -sus hijos-, respectivamente, invitados por el artista Javier Marín.