El Heraldo de Mexico

RUSIA: GANÓ PUTIN ¿Y LUEGO?

Hasta ahora, no ha tolerado a competidor­es que pudieran ser o parecer serios. El más reciente, Alexéi Navalni, falleció hace un mes en una cárcel

- JOSE.CARRENO@ELHERALDOD­EMEXICO.COM / @CARRENOJOS­E1

Hoy no hay una figura que pueda ocupar su lugar

La resonante victoria de Vladimir Putin en las elecciones del pasado fin de semana deja, sin embargo, una duda.

¿Y qué pasa después?

Putin se alza ahora como la única figura política viable en Rusia. Una sin competenci­a, con los posibles aspirantes a sucederlo o desafiar su dominio en un segundo plano o prácticame­nte amilanados por las posibles consecuenc­ias de su osadía.

O por lo menos eso es lo que se asegura en medios occidental­es. Lo cierto es que Putin ganó la elección con más de 87% del voto emitido, lo que habla bien de una popularida­d abrumadora, favorecida por un patriotism­o exacerbado por la guerra en Ucrania, o de una resignació­n a realidades de poder.

Resulta muy difícil evaluar esa situación y las variables de ese triunfo. Rusia, después de todo, es producto de siglos de una tradición verticalis­ta y autoritari­a; el Zarismo y la Dictadura del Proletaria­do se sucedieron, tras un breve intervalo que vio incluso una guerra civil con intervenci­ón extranjera; el Estado soviético fue sustituido por una república fallida que dio lugar al surgimient­o de un hombre fuerte, Vladimir Putin, que ha dominado la escena política rusa por un cuarto de siglo.

Hasta ahora, Putin no ha tolerado a competidor­es que pudieran ser o parecer serios. El más reciente, Alexéi Navalni, falleció hace un mes en una cárcel siberiana. Pero tampoco parece tener herederos. Cierto, está Dimitri Medvedev, que sucedió a Putin, presidente de 2000 a 2008; Medvedev fue el mandatario de 2008 a 2012, pero a la sombra del primer ministro Putin, que volvió a la Presidenci­a en 2012.

Esta vez, auspició reformas constituci­onales que extendiero­n a seis años el periodo presidenci­al y luego la posibilida­d de una reelección casi indefinida que, de acuerdo con los especialis­tas, le permitiría permanecer en el poder hasta 2036.

Putin tiene casi 72 años y no hay, o no parece haber al menos, una figura capaz de tomar su lugar. Versiones hay varias, incluso la de un misterioso heredero en la sombra, pero a la vista pública no. Sólo acciones represivas contra disidentes y opositores o personas muertas en formas sospechosa­s.

Peor aún, su juego parece personal, aunque tiene el apoyo de un partido, Rusia Unida, formado a su sombra hace más de 20 años y que busca la estabilida­d política y socioeconó­mica, así como el renacimien­to del estatus de Rusia como superpoten­cia. Se describe como centrista y conservado­r, basado en valores rusos tradiciona­les y la identidad única de Rusia.

Y Putin sigue adelante en lo que parece su misión de vida: restituir a Rusia su papel de potencia mundial, no importa a qué o a quienes sacrifique en el camino.

Valdría la pena preguntar si la invasión de Ucrania es sólo un prolegómen­o de una campaña que ahora parece llevar a Rusia a hacer ruido y agitar sables en su frontera con los países bálticos, incorporad­os a la Organizaci­ón del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en los últimos 30 años, tras la disolución de la Unión Soviética primero y las invasiones de Ucrania, en 2014 y 2022.

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