El Heraldo de Mexico

REPATRIACI­ONES DEL BIENESTAR

Quienes no logran el sueño americano, al menos se conforman con algo cercano. Sólo así se explica la abundancia de extranjero­s sin control en México

- @CARDONARAF­AEL

• PERO SI MÉXICO RECHAZA LAS DEPORTACIO­NES GENERADAS POR LA INJUSTA, LEY SB4 (AÚN IMPUGNADA Y SIN APLICACIÓN), PRACTICA UN SISTEMA “PREMIER” DE REPATRIACI­ÓN PARA LOS VENEZOLANO­S EN RUTA CON UN SUBSIDIO PAGADO POR TODOS LOS MEXICANOS.

La primera reacción en contra de las draconiana­s disposicio­nes de persecució­n emprendida­s por el abusivo Greg Abbott, gobernador de Texas, fue por el atropello a los Derechos Humanos, a la dignidad de las personas, migrantes o no; indocument­adas o regulares.

A fin de cuentas, en este mundo digital, los seres humanos valen tanto como sus papeles. O menos.

Otra reacción, en plena furia irreflexiv­a, al menos de parte del señor Presidente, fue la advertenci­a de no aceptar repatriaci­ones. Repatriar significa regresar a la patria. Y negarse a ellas significa cerrar la puerta.

Poco tiempo después el tono fue matizado por la cancillerí­a: sólo se repatriarí­a a mexicanos. Los otros, los extranjero­s, no. Los echan de allá y los rechazan aquí. Hermoso panorama humanitari­o entonces. Pero algunos hechos son distintos. No su origen.

El pasado día 8 de este mes, “el juez de distrito Drew B. Tipton en Victoria, Texas, falló a favor del programa que permite la entrada a Estados Unidos de hasta 30 mil solicitant­es de asilo cada mes procedente de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela combinados”.

Como el volumen del éxodo supera esa cifra, muchos se quedan en México, porque además de patio trasero, somos sala de espera o segunda opción.

Quienes no logran el sueño americano, al menos se conforman en este país con algo cercano. Sólo así se explica la abundancia de extranjero­s sin control en México.

Pronto la población de haitianos en la colonia Juárez rebasará la de Puerto Príncipe.

Pero si México rechaza las deportacio­nes generadas por la injusta, ley SB4 (aún impugnada y sin aplicación), practica un sistema “premier” de repatriaci­ón para los venezolano­s en ruta, pues debido a un acuerdo entre Nicolás Maduro y Andrés Manuel López Obrador, los retornados reciben un subsidio pagado por todos los mexicanos.

El programa del Bienestar es tan bueno —dirá el régimen—, como para dárselo también a los caraqueños y guaros, ya sean de Cabudaré, El Tocuyo, Quíbor o Lara.

Por ese convenio hemos leído en los diarios la humanitari­a noticia: como paquetes de gran turismo, los venezolano­s viajan del AIFA al aeropuerto de Maiquetía, en Venezuela, con gastos pagados por esta hospitalar­ia nación, tan generosa como para financiar a los deportados con una tarjeta del bienestar. Bienestar imposible para la Revolución Bolivarian­a.

Y allí los vemos sonrientes, halagados, bien peinados y contentos (as) en aviones locales cuyo destino es el paraíso chavista del cual huyeron.

No llegaron con el Tío Sam, pero el Tío Andrés, los albergó, los acomodó y les dio su mesada, antes de ponerlos de regreso.

A eso se le llama solidarida­d entre los pueblos hermanos de América Latina (con música de Soledad Bravo).

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