Rusia y la política del terrorismo
El viernes pasado, un atentado en el Crocus City Hall de Moscú cobró la vida de al menos 137 personas y dejó decenas de heridos. Es el peor ataque terrorista que ha sufrido Rusia en dos décadas y fue reivindicado por una organización perteneciente al Estado Islámico (ISIS-K).
Desde los primeros días de marzo, Estados Unidos había advertido sobre el riesgo inminente de un atentado terrorista en Moscú. Los servicios de inteligencia compartieron esta información con las autoridades rusas, quienes presuntamente la desacreditaron en el ambiente antagónico de la relación bilateral. La advertencia oportuna de EU es una señal positiva en medio de las tensiones: la comunidad de inteligencia privilegió la cooperación estratégica por encima de las diferencias políticas entre gobiernos. Sin embargo, la supuesta omisión rusa ha contribuido a las dudas sobre la posibilidad de que el gobierno de Putin use el atentado para fortalecer el apoyo interno y renovar el sentido de urgencia de la guerra en Ucrania. Desde el primer momento y sin evidencias, han insistido en vincular a Ucrania con el ataque.
Vladimir Putin acaba de reelegirse para un quinto mandato con cerca de 90% de la votación efectiva. Con más de dos décadas al frente del gobierno, se encamina a convertirse en el líder ruso que ha ejercido el poder durante más tiempo. Entonces, ¿cuál sería la necesidad de utilizar el atentado terrorista con propósitos políticos?
La realidad es que la guerra en Ucrania se ha prolongado tanto que la ciudadanía rusa se ha acostumbrado a ella: quienes no la respaldan activamente, simplemente la aceptan como una realidad normalizada. Después de dos años de conflicto, Rusia no ha logrado alcanzar todos sus objetivos estratégicos. Y el escenario más previsible es que la guerra en los territorios ocupados se prolongue indefinidamente.
En ese contexto, diversos analistas han señalado que Rusia necesitará más recursos; pero, sobre todo, más personas para luchar en el frente ucraniano. Se han documentado distintos esfuerzos del gobierno para reclutar cientos de miles de soldados en los próximos meses.
Más allá de sus implicaciones, como cualquier expresión de la violencia terrorista, este atentado debe concitar la condena total de la comunidad internacional. Los estándares para condenar y enfrentar al terrorismo no pueden depender de consideraciones políticas o afinidades ideológicas. El terrorismo es condenable: sin importar dónde, cómo o contra quién se dirija.
*Senadora de la República