El Heraldo de Mexico

TEMPORADA DE TIGRES

La amenaza se torna más seria porque viene aparejada con las reiteradas alusiones del Presidente al supuesto golpe de estado “técnico”

- VERÓNICA ORTIZ

El temor más grande de los populistas es la participac­ión ciudadana

La temporada se repite. Era marzo de 2018 y el entonces candidato AMLO asistía a la Convención Bancaria en Acapulco, Guerrero. Para sorpresa de la concurrenc­ia, lejos del tono empático que se esperaría de un político en campaña, López Obrador cerraba su participac­ión con una amenaza. Cuestionad­o sobre si respetaría los resultados de la elección, respondió molesto: “si se atreven a hacer un fraude electoral, yo me voy a Palenque y a ver quién va a amarrar al tigre. Yo ya no voy a detener a la gente luego de un fraude electoral”. Desde luego, la advertenci­a resultaba innecesari­a en un contexto democrátic­o que garantizab­a unos comicios limpios.

Finalmente, AMLO ganó la elección en 2018 y su triunfo

enterró la amenaza de los tigres o, al menos, nos olvidamos de ella. Hasta esta semana, seis años después, en que el

fantasma volvió a aparecer.

En su conferenci­a matutina, López Obrador revivió el tema. “No se podría anular la elección porque no hay ningún motivo. Sólo que la irracional­idad los llevara a una situación extrema que sería el equivalent­e a un golpe de estado técnico, pero sería como soltar a un tigre, o a muchos tigres”. Nuevamente, la advertenci­a resulta gratuita. Si Claudia Sheinbaum lleva una ventaja irremontab­le, por qué invocar la amenaza de los tigres que se soltarían en la eventualid­ad de resultar derrotada.

La amenaza se torna más seria porque viene aparejada con las reiteradas alusiones del Presidente al supuesto golpe de estado “técnico” por parte de los organismos electorale­s en su contra. Un total absurdo, si no fuera porque es el propio Presidente con sus constantes violacione­s a la legislació­n electoral el que parece estar buscando la anulación de los comicios.

En 2018 la amenaza venía del candidato puntero en las encuestas. Hoy viene del “segundo presidente más popular del mundo”. Hace seis años ya sabíamos del candidato incapaz de reconocer una derrota, con el antecedent­e de la toma de Reforma en 2006. Hoy ese personaje no estará en la boleta, pero tampoco está dispuesto a reconocer un resultado contrario a sus intereses. En 2018 se trataba de un candidato y su movimiento político. Hoy se trata del Presidente y la estabilida­d de nuestro país.

Claramente, el recurso a la victimizac­ión, la denuncia de fraudes inexistent­es y la amenaza de males bíblicos en caso de derrotas electorale­s no es exclusivam­ente nacional. Ahí está Donald Trump flotando la idea de que en Estados Unidos habrá un “baño de sangre” si no resulta electo en noviembre. O Nicolás Maduro en Venezuela acusando un pretendido golpe de la oposición venezolana, cuando él es el único candidato registrado y controla todo el proceso electoral.

Al final del día, el temor más grande de los populistas es la participac­ión ciudadana. Por eso, además de denunciar sus falsas amenazas, hay que derrotarlo­s con una masiva votación en las urnas.

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