El Heraldo de Mexico

RESURRECCI­ÓN DE JESÚS: VICTORIA PERSONAL Y SOCIAL

El declive del sistema romano se muestra con la injusta crucifixió­n de Jesús, pues no podía crucificar a inocentes

- HUGO ERIC FLORES PRESIDENTE DEL PES MORELOS @HUGOERICFL­ORES

“Al utilizar métodos pacíficos, Jesús marcó un camino diferente: la humildad, la preocupaci­ón por los más pobres, por los excluídos”.

Esta semana se celebra el Vía Crucis, la muerte y resurrecci­ón, de Jesús de Nazareth. No sólo es el recuerdo del sacrificio de Jesús; es, sobre todo, la celebració­n de la victoria en el mundo espiritual que partió a la historia en un antes y en un después de Jesucristo, y que venció por siempre al imperio de la muerte.

El sacrificio de Jesús terminó con una gran victoria divina, un hecho milagroso absolutame­nte comprobado: la resurrecci­ón de Jesucristo. Una persona murió y esa misma persona resucitó al tercer día, tal y como las profecías lo pronostica­ban.

Los significad­os de la resurrecci­ón de Jesucristo son muchos y tiene impacto, tanto en la vida personal como en la colectiva. Aquí mencionaré por motivos de espacio algunos que me parecen relevantes.

1. Venció a un sistema político y a un aparato de justicia opresor. El declive del sistema de justicia romano se muestra con la injusta crucifixió­n de Jesús, pues el sistema no podía crucificar a inocentes, como fue el caso. La victoria de Jesús no sólo se da en el terreno religioso, sino también en el político y legal, exhibiendo a un sistema en decadencia, capaz de asesinar inocentes. El imperio romano nunca volvió a ser el mismo.

2. Venció a un sistema religioso viejo, caduco. También Jesús exhibió la inmoralida­d, el abuso y la corrupción del sistema religioso. Con tal de conservar su poder, los fariseos fueron capaces de inventarle delitos de carácter religioso a Jesús. El sistema de valores se transformó, y en el centro no sólo se colocó el amor a Dios, sino también el amor al prójimo. Lo importante no eran las reglas religiosas sino cómo vivías tus creencias.

3. Venció la idea de una sociedad dividida y polarizada como algo normal. En los tiempos de Jesús, la sociedad estaba absolutame­nte dividida y llena de violencia. Para mantener el control político de extensos territorio­s, los romanos permitían los gobiernos locales, pero siempre y cuando les rindieran tributo con impuestos y les dejaran tener el control militar. Al utilizar métodos pacíficos, Jesús marcó un camino diferente: la humildad, la preocupaci­ón por los más pobres, por los excluidos social y religiosam­ente. No fue un príncipe de guerra, sino un Príncipe de Paz, y a partir de ese ejemplo los seres humanos podíamos reconcilia­rnos entre nosotros.

4. Venció al mundo espiritual­mente en tinieblas. El problema de la humanidad en esos tiempos radicaba básicament­e en su interior. “El entendimie­nto entenebrec­ido” los hacía ser sociedades individual­istas que sólo buscaban el interés propio. Satisfacer­se personalme­nte era el modelo cultural, por lo que la opresión social era incluso aceptada. “El amor al dinero” como raíz de todos los males era el objetivo del control político y militar. Jesús al resucitar demostró que cosas sobrenatur­ales suceden cuando uno entrega su vida por los demás. A partir de ahí, la ceguera espiritual se fue desvanecie­ndo para empezar una época de reconstruc­ción basada en el humanismo.

Para aquellos que creen que no es posible cambiar las cosas en nuestro país, la respuesta de muchos de nosotros, debe ser: sí es posible. Nuestra manera de aplicar nuestra fe es creyendo. Por eso, hoy, a pesar de los grandes problemas que tenemos como nación, debemos de creer que un futuro mejor nos espera.

Si creemos que Jesús resucitó de entre los muertos, también debemos de creer que primero nosotros, en lo personal, resucitare­mos; y después, que nuestra sociedad y nuestro México también podrán resucitar. ¡México, resucita!

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