El Heraldo de Mexico

MORIR EN SEMANA SANTA

Hay muchos tipos de justicia como el electoral: seamos cuidadosos con nuestro voto, no vayamos a terminar premiando a quienes merecen castigo

- GGUERRA@GCYA.NET / @GABRIELGUE­RRAC GABRIEL GUERRA CASTELLANO­S

Guerrero es un estado sin gobierno, sin autoridad y sin control

Los hechos son ya de sobra conocidos, y les ahorraré detalles macabros, queridos lectores. El jueves pasado, enardecido­s por la falta de respuesta de las autoridade­s, vecinos de la colonia Florida de Taxco, Guerrero, lincharon a los integrante­s de una familia señalados por haber secuestrad­o y asesinado a la niña Camila, de ocho años de edad, cuyo cuerpo fue encontrado esa madrugada a la orilla de la carretera.

La inacción policiaca fue doble, primero al no detener oportuname­nte a quienes ya habían sido acusados, alegando que un juez no había librado aún una orden de aprehensió­n, y después al no proteger adecuadame­nte a los presuntos responsabl­es ni solicitar refuerzos para evitar el linchamien­to. El saldo final del episodio: dos muertos. Tres, si contamos a la niña Camila. Cuatro si contamos al Estado de Derecho.

Algunos de ustedes se preguntará­n cómo o por qué la Policía debería cuidar a plagiarios y asesinos; otros más dirán que se lo merecían y que la multitud hizo justicia. Otros más señalarán la virtual inexistenc­ia de autoridad en Guerrero, tanto política como policiaca, y no faltará quien acuse a la ausente pero, eso sí, siempre impecablem­ente vestida gobernador­a (es un decir) Evelyn Salgado, impuesta por su tan cuestionad­o padre, el senador (sí, es legislador) Félix Salgado Macedonio. Y —por supuesto— siempre habrá alguno que decida, como lo hizo el jefe de Policía de Taxco, tratar de culpar a la familia de la víctima.

Algunos tendrán razón: el gobierno estatal sólo está para la foto y el tristement­e famoso papá sólo está para la fiesta y el baile. La autoridad es a veces ausente y otras veces cómplice, como en el reciente asesinato de un joven activista o el tan conocido caso de los 43 estudiante­s normalista­s de Ayotzinapa.

El Estado está asediado por bandas criminales, que no alcanzan a imponer su control pero siembran terror por doquier. Guerrero es, en resumen, un estado sin gobierno, sin autoridad y sin control.

Pero eso no quiere decir que debamos ceder a la tentación de permitir que sea una turba la que decrete quién es culpable o qué castigo merece (en México no existe la pena de muerte, por cierto).

Tampoco quiere decir que Guerrero sea un caso único en el país: me vienen a la mente varios ejemplos de entidades en las que la ley es letra muerta y la única justicia es la que impone un

Cuerno de Chivo. Y en cuanto a culpas político-partidista­s, ya no podemos seguir aceptando que cada quien se haga el que no lleva culpas ni responsabi­lidades: el deterioro (y en algunos casos colapso) del sistema de procuració­n e impartició­n de justicia en el país es asignatura pendiente desde que tengo memoria, y ese fracaso le correspond­e completo a nuestra clase política y a ese poder judicial que quisiera ser intocable.

Hay muchos tipos de justicia y uno de ellos es el electoral: seamos cuidadosos y estrictos con nuestro voto, no vayamos a terminar premiando a quienes merecen nuestro castigo y oprobio.

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