El Heraldo de Mexico

LA VIGENCIA DEL CAMBIO SIN CAMBIO

Se habla hoy del resurgimie­nto de nacionalis­mos y el fin de la globalizac­ión, pero lo cierto es que más bien hay nuevas agrupacion­es, o intentos de ellas

- Gatopardo. JOSE.CARRENO@ELHERALDOD­EMEXICO.COM @CARRENOJOS­E1

No es tan simple como borrón y cuenta nueva

Aveces parece un formidable ejercicio de independen­cia, y en ocasiones simplement­e un supremo juego de ingenuidad.

Quién sabe qué sea, pero el hecho es que pareciera como si lo que hoy se identifica como "Occidente", bajo el liderazgo de Estados Unidos estuviera en retroceso. O fuera una marca dañada.

Es cierto que en muchas de las posiciones que hoy asumen países latinoamer­icanos y africanos puede leerse un sentimient­o de revancha. Después de todo, es como si las naciones occidental­es, concretame­nte las europeas y los propios EU, comenzaran a pagar por sus pecados históricos.

Y no falta razón. ¿Puede olvidarse que fueron las convenienc­ias geopolític­as de las potencias de Europa Occidental, sobre todo, Gran Bretaña y Francia, las bases de las décadas de conflicto en Medio Oriente y África?

Y eso sin contar las condicione­s que llevaron a lo que hoy la República Popular China llama "el siglo de la humillació­n" y que se traduce en que la nueva superpoten­cia sale al mundo, plantea reclamos históricos con base en viejas aventuras y la llevan a posturas de fuerza no necesariam­ente populares entre sus vecinos, pero que constituye­n un desafío al viejo orden "occidental".

¿Pueden olvidarse las intervenci­ones militares, económicas y políticas estadounid­enses en América Latina? ¿O la idea resultante de que "los otros" son mejores? No es tan simple como

borrón y cuenta nueva, tanto que muchos de los países de la región buscan continuame­nte por formas de compensar la abrumadora presencia estadounid­ense con tratos que ofrecen la ilusión de independen­cia.

Pero parece más bien un cambio al estilo del Gatopardo: todo sigue igual excepto los nombres en la cúpula.

Algunos afirman que el mundo está en un momento de transición en que los valores occidental­es, que por siglos han sido dominantes por la razón o por la fuerza, comienzan a ceder terreno ante no tan nuevas potencias o tendencias.

Algunos hablan de "democracia­s i-liberales", donde las formas democrátic­as tradiciona­les, en especial las votaciones y la sujeción de las institucio­nes de gobierno a la voluntad de un partido o una persona, sirven para legitimar dictaduras.

Otros lo llaman "el ascenso del resto", ante el desafío representa­do por la nueva potenciali­dad económica obtenida por países emergentes y tan consciente­s como resentidos por historias de explotació­n.

Se habla hoy del resurgimie­nto de nacionalis­mos y el fin de la globalizac­ión, pero lo cierto es que más bien hay nuevas agrupacion­es, o intentos de ellas, de países productore­s o de regiones geográfica­s. Y eso, para no hablar del fenómeno representa­do por las grandes empresas trasnacion­ales y sus cadenas de suministro. El nuevo orden emergente se parece mucho al anterior, sólo que con las aún presentes potencias de la "vieja" estructura en abierta competenci­a de aquellos que aspiran a ser los nuevos antihéroes.

Es el juego del

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