El Heraldo de Mexico

El trato desigual

- ACCESO LIBRE CARLOS ZÚÑIGA PÉREZ @carloszup

Todavía no la sepultaban y el crimen de Gisela Gaytán, candidata de Morena a la presidenci­a municipal de Celaya, Guanajuato, ya estaba siendo politizado. El mismo Andrés Manuel López Obrador se unió a la línea discursiva partidista que responsabi­lizaba al gobernador panista de Guanajuato, Diego Sinhué Rodríguez, de la insegurida­d que azota desde hace meses al estado. “Gobierna, pero no manda”, dijo el presidente. Su crítica no sería inválida si de la misma manera señalara a estados gobernados por Morena, donde la violencia ha alcanzado niveles que hacen imposible vivir tranquilo.

Para ejemplo, lo que sucedió esta semana en Coahuayana, municipio michoacano colindante con Colima. Diez años estuvieron resistiend­o la entrada del Cártel Jalisco Nueva Generación, hasta esta semana, que con un gran número de sicarios, vehículos y armamento de alto poder (que incluye drones), intentaron tomar el pueblo. Habitantes de Coahuayana, respaldado­s por su policía comunitari­a, aguantaron un embate de más de 24 horas, manteniend­o a raya a los integrante­s del CJNG. Lo hicieron solos.

Gildardo Ruiz Velázquez, alcalde de Coahuayana, me dijo en entrevista que el General José Alfredo Ortega Reyes, secretario de Seguridad Pública michoacano, ni siquiera le contesta las llamadas. Si bien el secretario de Gobierno del estado, Elías Ibarra Torres, ha tenido comunicaci­ón con él, no le ha dado la atención necesaria, por lo que dijo estar “molesto y encabronad­o”. No era para menos. La población no quiso quedar bajo el yugo de una organizaci­ón que iba a explotarlo­s, a pesar de estar en una gran desventaja: los del cártel ya habían utilizado en meses anteriores drones rellenos con algún veneno para animales o pesticida, que mezclados con otros elementos explosivos serían el equivalent­e a una bomba química. Esto no los intimidó. El llamado del alcalde hizo efecto, pero el miedo y la tensión siguen instalados.

¿Quién manda en Michoacán? Apenas el pasado 26 de febrero, los aspirantes de Morena y del PAN a la alcaldía de Maravatío, fueron asesinados a tiros. La reacción en Palacio Nacional no fue la misma que en Celaya.

Podemos poner más ejemplos de lo que sucede en Guerrero, Tamaulipas, Zacatecas, Edomex, Veracruz, Morelos y otras entidades gobernadas por Morena. El trato no es igual. Tampoco es casual que en este proceso electoral repunte de la violencia. La democracia está bajo la amenaza de los grupos criminales, que han entendido que el poder político es un brazo más al servicio de sus intereses, quitando de su camino a todo el que se interponga. Para ellos, mejor que las autoridade­s estén confrontad­as a coordinada­s.

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