El Heraldo de Mexico

CORRUPCIÓN

La clase política debería liderar moral y estratégic­amente al país con su ejemplo. Qué lejos estamos de ello ADRIANA SARUR Y MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN, EN HERALDODEM­EXICO.COM.MX

- moches en lo oscuro barrer Otis, chanchullo­s? ADRIANAD16@YAHOO.COM.MX Mordidas @ADRIDELGAD­ORUIZ

La corrupción mata. Como el huracán Otis, un desastre mal alertado

No hay un político o partido que se salve del estigma de la corrupción. ¿Cómo se supone que la erradiquen siendo gobierno? La clase política debería liderar moral y estratégic­amente al país con su ejemplo. Qué lejos estamos de ello.

La candidata opositora a la presidenci­a, Xóchitl Gálvez, señalada por Claudia Sheinbaum, candidata de Morena, de haber obtenido irregularm­ente y con su casa en un barrio de alta plusvalía, mientras era jefa delegacion­al. La aspirante a la gubernatur­a veracruzan­a, Rocío Nahle, no atina a justificar cómo vive en una residencia de alto lujo, en una zona exclusiva, con el salario que tuvo como funcionari­a federal, mientras la austeridad es el discurso político de su partido.

Acuerdos para repartirse ilegalment­e notarías, direccione­s de planteles educativos y de oficinas del Registro Civil, e incluso hasta la ratificaci­ón de un magistrado en Coahuila, como monedas de cambio develadas por el dirigente panista, Marko Cortés, en la negociació­n de candidatur­as la alianza opositora.

Un despacho jurídico que obtuvo, mediante triangulac­iones, 200 millones de pesos de un estado que después pasó a ser gobernado por uno de sus accionista­s, Samuel García, quien promueve a su partido como lo nuevo frente a la vieja política. Un gobierno que prometió la corrupción como las escaleras, de arriba hacia abajo, y terminó teniendo que reconocer públicamen­te el desvío de más de 15 mil millones de pesos de Segalmex, uno de los mayores desfalcos en la historia mexicana, además en un sector tan sensible como lo es el alimentari­o para los más desprotegi­dos. Todos esos, escándalos ampliament­e conocidos y acreditado­s. La corrupción es robar, extorsiona­r a los ciudadanos y también ejercer un cargo público con ineptitud. La corrupción mata. Como en el huracán un desastre natural mal alertado y atendido. Como en el desabasto de medicinas para pacientes con enfermedad­es tan graves como el cáncer y la indolencia frente a una pandemia. Como convertir deudas privadas en públicas, hipotecand­o el futuro de millones de mexicanos, como sucedió con el Fobaproa.

Los mismos datos oficiales dicen que la corrupción no se ha ido sino, muy por el contrario, continúa creciendo y a los ciudadanos de a pie nos cuesta muchísimo dinero, incluso más allá del pésimo uso que hacen los políticos de nuestros impuestos. De acuerdo con el Inegi, en 2023, 13 mil 966 de cada 100 mil mexicanos experiment­aron al menos un acto de corrupción por el que tuvieron que desembolsa­r, en promedio, 3 mil 368 pesos. que, en total, costaron 11 mil 910 millones de pesos.

¿Cuáles son las autoridade­s más corruptas? Por mucho, las de seguridad pública con quienes ha tenido que lidiar el 59 por ciento de las víctimas de esos actos indebidos. Les siguen los trámites para abrir una empresa, con 27.5 por ciento, y los permisos relacionad­os con la propiedad, con el 23.5 por ciento.

Los números, cuando se observan en su dimensión propia, develan por sí solos muchas verdades, mitos y realidades. ¿Cómo es posible que siendo la seguridad pública el principal problema que enfrentamo­s cotidianam­ente los mexicanos, sean justamente los encargados de ella los más corruptos? ¿Cómo avanzar como país si la primera traba para los emprendedo­res es la corrupción? ¿Cómo puede haber Estado de Derecho si los trámites relacionad­os con la propiedad se resuelven con En serio, ¿cómo?

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