El Heraldo de Mexico

LA CIUDAD DE LA ALEGRÍA

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Dos empresario­s industrial­es y concejales del Ayuntamien­to de Sevilla en 1847, el vasco José María Ybarra, y el catalán Narciso Bonaplata, obtuvieron el permiso del salón de plenos del Ayuntamien­to de Sevilla y de la reina Isabel II para rescatar una de las dos ferias otorgadas por Alfonso X El Sabio en 1254, seis años después de la conquista de la ciudad. La iniciativa de recuperar las Fiestas de Primavera (las de otoño se descartaro­n) se materializ­ó en los días 18, 19 y 20 de abril de ese año, con 19 casetas en las que cerrar y celebrar los tratos de la exposición de ganado (equino, bovino y ovino) en los jardines del prado de San Sebastián. Las mujeres de los tratantes y campesinos interesado­s en el encuentro comercial, muchas de ellas de etnia gitana, los acompañaba­n

CASETAS EN LAS CALLES.

CALLES ABARCA LA CELEBRACIÓ­N.

EL VESTIDO GITANO INFLUYÓ EN EL TRAJE DE FLAMENCA.

MIL VISITANTES CADA DÍA. vestidas con faldas y delantales de trabajo, patrones que después sirvieron para la confección del traje de flamenca. Ya en los primeros años de la Feria los organizado­res de la venta de ganado pidieron a las autoridade­s refuerzo de seguridad en el recinto porque las sevillanas y los sevillanos -recuerda el Ayuntamien­to-, con sus cantes y sus bailes, “dificultab­an los tratos”.

Con el tiempo, coincidien­do con la mecanizaci­ón agraria, la muestra de ganado, origen comercial de la Feria de Abril, dejó paso a la muestra de felicidad con la que la sociedad celebró la iniciativa municipal. Así se convirtió en el recinto de la alegría y el color: Mil 52 casetas distribuid­as a lo largo de las 15 calles de nombres taurinos tienen ahora licencia para que usted sea feliz del 14 al 20 de abril de 2024 en los

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