El Heraldo de Mexico

DIENTE DE LEÓN

Ella se comparó con un diente de león. Una flor silvestre, que crece contra toda adversidad, delicada pero fuerte a la vez

- APRENDIÓ A ESCUCHAR SU PROPIA VOZ PARA PODER FLORECER

Nadie planta, ni cultiva un diente de león. Crecen sin cuidado. Contra el viento sigue conservand­o sus frágiles semillas que se mueven cuando el aire las acaricia y se suspenden en el tiempo.

Estas flores silvestres se dan entre banquetas. Una grieta en el pavimento es suficiente para que quepa la vida de quien quiere vivir.

Estos encuentros no planeados, pero sí predestina­dos. Donde cualquier caminante pueda tomarlo entre sus dedos y en cuestión de segundos crear magia. Donde una flor se transforma en posibilida­d de deseo.

Lo mismo pasa con nuestro propio despertar. Son momentos que no necesariam­ente se planean, pero cuando llegan es un momento perfecto para la posibilida­d de co-crear magia con la vida. Con la enorme posibilida­d de dar esperanza y poder transforma­rse en deseo. Es la transforma­ción de la vida misma.

Un diente de león es una evolución viviente. Flores que nacen amarillas y que al envejecer se convierten en nubes esféricas perfectas. Que tienen la posibilida­d de poderse extinguir con el soplido de algún esperanzad­o que, con un poco de inocencia, sople con fe su deseo y confía que se lo lleva el viento.

Ella, como diente de león, floreció en soledad, contra todo; la búsqueda constante de encontrar un equilibrio. Seguir el ejemplo del diente de león y encontrar libertad para poder crecer; crecer por naturaleza, y es imposible que no suceda. Y así se acostumbró a bailar en esos días de crecimient­o mientras el viento la acariciaba. Le gusto vivir sin que nadie le cuestionar­a. A disfrutar del atardecer porque esa luz la hacía sentirse más bonita. Creció y se le olvidó el miedo a la noche y a las leyendas que acompañan el reto de estar sola. Al contrario, tuvo el tiempo de mirar la luna y se enamoró de ella y la luna de ella. Las noches se convirtier­on en refugio para sus sueños y la luna aprendió a velar por ellos.

Ella se acostumbró a su tamaño; su color, a su forma. Se aceptó. Aceptó la misión de ser, y vio pasar el sol día con día, en diferentes momentos, hasta que reconoció que su sombra bailaba si ella bailaba. Al principio, se asustó y luego la abrazó. Reconocien­do que la sombra también es parte de ella. Y entre más luz, más grande hacia su sombra. Siempre sola, no vacía.

Aprendió a cantar canciones, a escribir poemas, a ponerse en sintonía, a llenarse de sí misma, y hacerse amiga de ella. Aprendió de las lecciones más importante­s, a reírse. De la vida, y de sí misma, de lo efímero que puede ser todo, incluso el dolor. Descubrió que la risa es capaz de curar cualquier herida. Aprendió a escuchar su propia voz para entonces poder florecer.

Ahora disfruta de su propia existencia, ya disfruta de ser amarilla, de ser feliz, de bailar con el viento, de crecer en dirección al sol, y con sus raíces estar cada día más cerca de tocar el centro de la tierra. Disfruta de tener una conexión con la luna, de sentirse consentida de Dios. No como presunción, sino como realidad.

Y es que ya no busca la aprobación de nadie más, ella ya sabe su valor y el valor de su libertad. No es negociable. Hoy la necesita para construir con claridad su propio lugar sagrado, donde se pueda respirar paz.

Me gusta la nobleza que tiene el diente de león. Que muere para poder ser medio de cumplir el deseo de alguien más.

María y la moda”, es la exhibición que crearon El Palacio de Hierro y Estate of María Félix (bajo la curaduría de Hanzel Ortegón) a través del Fomento Social María Félix y la colaboraci­ón de coleccioni­stas privados por los 110 años de su nacimiento, y en la cual podemos ver su amor por la alta costura, el cine, los textiles antiguos, grandes coleccione­s étnicas, entre otros objetos que recorren el estilo y personalid­ad de La Doña.

Sin duda, María Félix nos dejó grandes legados en el cine, pero también lecciones de vida y moda, la actriz estuvo cerca de grandes firmas como Christian Dior, Hermès, Gucci y Cartier. En esta muestra podemos ver 55 looks de moda, así como objetos que fueron parte de su residencia en Polanco en la Ciudad de México, su villa de las Tortugas en Cuernavaca, y su departamen­to en París en el barrio de Neuilly. La diva del cine mexicano aseguraba que “donde están las antigüedad­es estoy yo”, por su gran pasión por estos objetos, y en la exhibición podemos ver algunos de sus muebles, textiles, pinturas, lámparas de cristal, oro y concha nácar, porcelanas, y más piezas preciadas de La Doña.

Asimismo, se estrenó mundialmen­te la pieza “Mexicana del Mundo: Retrato Sinfónico de María Félix” del compositor Alonso J. Burgos para rendirle homenaje a la actriz.

Si eres apasionado de la moda y el cine, no te puedes perder esta muestra que estará hasta el 27 de abril.

No le tengo miedo ni a las canas, ni a las arrugas, sino a la falta de interés por la vida”.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico