El caso Palestina ante la ONU
La solicitud de adhesión de Palestina a la ONU ha vuelto a poner sobre la mesa el conflicto palestino-israelí, y la respuesta de Estados Unidos plantea dudas sobre la coherencia y la justicia en la política internacional.
Estados Unidos, en su papel de actor principal en la escena mundial, ha expresado repetidamente su desconfianza hacia Palestina, argumentando que el país no está preparado para ser un Estado. ¿Acaso es esto justo, especialmente cuando se observan situaciones similares en el mundo?
Tomemos, por ejemplo, el caso de Ucrania. A pesar de los persistentes problemas de corrupción y la infraestructura devastada por la guerra con Rusia, Occidente ha mostrado un apoyo decidido a la anexión de Ucrania a la OTAN. ¿No resulta paradójico que se exija madurez política a Palestina mientras se respalda a otros países con situaciones igualmente complicadas? La situación en Palestina se vuelve aún más urgente ante la posibilidad de un ataque planificado por Israel en Rafah, que podría desplazar a cientos de miles de personas. No es sorprendente entonces que Palestina busque el reconocimiento internacional Estado miembro de la ONU.
El Consejo de Seguridad de la ONU está actualmente deliberando sobre la solicitud de adhesión de Palestina, lo que representa un momento crucial en la historia del conflicto palestino-israelí. En este proceso, se requiere que el Comité emita una recomendación unánime. Si sucede, se procederá a una votación en el Consejo de Seguridad, donde se necesitan al menos nueve votos a favor y ningún veto de los cinco miembros permanentes. Luego, la recomendación se envía a la Asamblea General, donde necesita mayoría de dos tercios de los 193 países miembros para ser aprobada.
El caso de Palestina ante la ONU pone de manifiesto el doble rasero de la política internacional desde hace más de una década y la necesidad urgente de abordar el conflicto palestino-israelí. La solicitud de Palestina para ser reconocida internacionalmente es un paso lógico y necesario. Sin embargo, el laberinto burocrático de la ONU se interpone como una pared infranqueable en este camino. La resistencia férrea de Estados Unidos, manifestada en la última reunión del 8 de abril de 2024, añade aún más obstáculos al proceso. Es alarmante ver cómo este trámite puede convertirse en una charla sin sentido, dejando a Palestina sin la voz que merece en el escenario global. En un mundo que se dice interdependiente, ¿dónde queda la justicia y la equidad en la arena internacional?