EL DEBATIDO DEBATE
Deben ser encuentros para convencer, para darse a conocer mejor, para ilusionar a la ciudadanía y para mostrar tus fortalezas sobre tus adversarios
os tres candidatos a la Presidencia se han quejado hasta el cansancio sobre el formato del pasado debate del 8 de abril. Es evidente que esos esquemas rígidos, que constriñen la posibilidad de conocer un poco más a los aspirantes son limitantes, anticuados y es evidente que no contribuyen al objetivo fundamental de estos eventos: decidir con más elementos de juicio por quien vamos a votar para la próxima magistratura de México el próximo 2 de junio.
Muchos estamos de acuerdo con que esta situación debería cambiar y sin tantos vericuetos se deberían realizar encuentros en donde en verdad se confronten ideas, más que la tontería de “tienes un minuto para explicar cómo resolverías el problema de la salud pública en México”, algo que resulta absurdo. En fin, eso ya se ha dicho hasta el cansancio. El problema central para salir de este callejón es que son los mismos partidos políticos contendientes los que no quieren (o creen que no les conviene) hacer las cosas de una manera más fresca, sencilla, y seguramente más provechoso para todos. No coincido con todas estas trabas que se ponen unos y otros, supuestamente para asegurar que luzcan más sus aspirantes. Los partidos políticos tienen la culpa de lo que ahora se quejan, ellos mismos así lo acordaron.Tampoco estoy de acuerdo con muchos de los analistas políticos que reclaman más propuestas y menos confrontación entre los distintos puntos de vista de los candidatos sobre los temas que interesan a los mexicanos. Seamos claros, si en verdad queremos conocer los planes de gobierno de cada uno de los participantes más bien se deberían llevar a cabo foros, paneles, entrevistas o encuentros para escuchar y apreciar lo que cada uno de ellos tiene que decir. Eso de escuchar propuestas de una y de otra pues nomás no es un debate.
Por todos los debates que he visto y en los que he participado creo que deben ser encuentros para convencer, para darse a conocer mejor, para ilusionar a la ciudadanía y por encima de todo para mostrar tus fortalezas sobre tus adversarios. No es un concurso de payasadas (cosa que hemos visto en otros debates, recordemos lo de ni un solemne acto académico. Creo que los debates son eso, una manera inteligente de informar e interesar en estos temas a la ciudadanía. Lamento profundamente el desperdicio que fue contar con la presencia de dos experimentados periodistas como Denise Maerker y Manuel López San Martín para hacerlos aparecer como simples lectores de preguntas. El debate más importante que todos debemos de dar es luchar por convencer y entusiasmar a esa mitad enamorada de las palabras, más que de los hechos; más ilusionada con las mentiras que con la verdad. Confío en que aún es posible construir una verdadera democracia, más ancha, menos enojada, más empática, más respetuosa, donde quepamos todos y donde no volvamos a cometer los mismos errores que desembocaron en la difícil situación que vive nuestra acechada democracia hoy.
LEscuchar propuestas de una y de otra nomás no es un debate