LO QUE APRENDIMOS
POR CLAUDIA LUNA*
Me causa emoción ver en las nuevas generaciones de niñas y mujeres una libertad que posiblemente no sentimos nunca las que llegamos antes. Me llena de orgullo saber que esa libertad fue sembrada por madres y padres extraordinarios que educan a sus hijas (e hijos) con mucha más consciencia de los sesgos con los que crecimos nosotros y con total voluntad de evitarlos. Una de estas niñas es mi sobrina Regina, un torbellino de locuras y genialidades y la inspiración de lo mejor que tengo que dar al mundo. La semana pasada, tuve el privilegio de convivir con otra de estas niñas y otra de estas madres en su hábitat natural. No puedo evitar sonreír recordando todo lo que ví, lo que escuché y la esperanza enorme que me provoca saber que el mundo está en camino de cambios muy profundos y maravillosamente positivos.
Pensando en este tema recordé un texto que leí hace algún tiempo (y que leo con alguna regularidad), en mi opinión, una pieza esencial de la filosofía feminista moderna. Esencial en su sencillez y en la claridad de sus conceptos, en la naturalidad del discurso y en su capacidad de entablar una conversación con las sociedades más tradicionales. Es un texto que recomiendo que lean todas las madres: Querida Ijeawele (o Cómo Educar en el Feminismo) de la gran Chimamanda Ngozi Adichie. Se trata de una especie de manual que la autora escribe para una querida amiga que acaba de convertirse en madre de una niña en Nigeria. Yo no soy madre, ni puedo llegar a imaginarme las enormes complejidades del magnífico acto de traer a otro ser humano al mundo y de comprometerse con la formación de un buen ser humano, sin embargo, me encantaría compartir con ustedes dos de las recomendaciones que más resuenan en mi lectura de Chimamanda.
La primera tiene que ver con desacreditar los roles de género. Evitar prohibiciones o recomendaciones basadas en el hecho de que ella “es una niña” o que tal cosa “es lo que hacen las niñas”.
La segunda, mi favorita, habla sobre el garrafal error de considerar, en la educación de las niñas, al matrimonio como un logro, como EL LOGRO.
Enseñémosle a las niñas a buscar relaciones sanas, sociedades felices, que construyan y que aporten al crecimiento holístico de los participantes.
Fundadora de Think Pink México