LA IGLESIA Y EL PROCESO ELECTORAL
Esta participación activa en el actual momento de México es, sin duda, una buena noticia que debemos celebrar
En la elaboración de este documento participaron miles de personas de todas las regiones del país.
Además, el propio Episcopado mexicano ha anunciado campañas para promover la participación electoral de todos los ciudadanos.
En un documento de marzo de este año, la Conferencia del Episcopado Mexicano hizo un llamado a que las campañas electorales se lleven a cabo en un clima de ética y civilidad, reconoció que “las condiciones por las que atraviesa el país desafortunadamente no son las mejores”, y que “por el bien de México, primero la democracia y el Estado de Derecho”.
Ante la coyuntura política y social que vive nuestro país, la Iglesia católica no se ha quedado cruzada de manos, sino que ha pasado a la propuesta activa.
Está participando en un diálogo amplio que contribuya a superar los añejos problemas que desde hace décadas nos afectan y que se han exacerbado en los últimos años.
En ese diálogo, que es la esencia de una democracia deliberativa, las religiones juegan un rol fundamental.
No deben mezclarse las cosas del César y las cosas de Dios, pero tampoco pueden sobrevivir en una dialéctica permanente.
Las religiones, desde su ámbito, pueden aportar los elementos éticos necesarios para que se pueda desarrollar una vida social en paz y en concordia, además de dar respuestas a esa aspiración permanente de las personas por encontrar un sentido a su vida.
Dos siglos atrás, el filósofo francés Alexis de Tocqueville aseguró que los buenos cristianos suelen ser también buenos ciudadanos, porque difunden valores sin los cuales una sociedad no podría funcionar, como la solidaridad, el amor al prójimo o el apoyo al desvalido.
Así lo han entendido los Obispos mexicanos. Han defendido su derecho a participar, dialogar y proponer en una sociedad plural en la que todas las voces son necesarias y merecen ser escuchadas.
Esta participación activa en el actual momento de México es, sin duda, una buena noticia que debemos celebrar creyentes y no creyentes.