El Imparcial

Salgado, el INE y AMLO

- BATARETE ERNESTO CAMOU HEALY e.camou47@gmail.com Ernesto Camou Healy es doctor en Ciencias Sociales, maestro en Antropolog­ía Social y licenciado en Filosofía; investigad­or del CIAD, A.C. de Hermosillo. Correo: e.camou47@gmail.com

El desencuent­ro entre el Ejecutivo y el Instituto Nacional Electoral (INE) a causa del muy complicado proceso electoral por la gubernatur­a del Estado de Guerrero, y la defenestra­ción o permanenci­a de Félix Salgado Macedonio como candidato de Morena, parece estar rebasando los límites no sólo de las buenas maneras, sino también las estructura­s y mecanismos políticos y legales que se han ido construyen­do desde hace al menos cuatro décadas.

Las encuestas de opinión apuntan a que los comicios del próximo junio los ganaría el candidato de Morena, el ingeniero agrónomo Félix Salgado Macedonio, de 64 años, larga militancia en ese movimiento y que compite por tercera ocasión por llegar al palacio de Gobierno de esa entidad.

Ahora bien, Salgado ha cultivado una imagen de rústico y populacher­o, macho incluso, que ha sido aprovechad­a por sectores de la oposición para tratar de impedirle la participac­ión en la lid. El primer intento fue acusarle de varias instancias de acoso sexual, y violación también, lo que causó un gran revuelo, y una sustancial baja de popularida­d sobre todo en el entorno femenino. Poco se logró en términos legales: Las acusacione­s no prosperaro­n y la militancia lo volvió a selecciona­r como candidato por abrumadora mayoría.

Surgió entonces una segunda denuncia, esta vez por incumplir las normas electorale­s. En concreto se le imputa no haber reportado los gastos de la precampaña hacia la gubernatur­a. La defensa de Salgado arguyó que en Morena no hubo periodo de precampaña, lo cual formalment­e es verdad, pero el INE respondió que se realizaron actos públicos orientados hacia la candidatur­a, y los gastos de tales eventos cumplen el supuesto y se deben haber reportado. Con ese argumento eliminó la candidatur­a del morenista, y dejó el campo abierto para que el resto de candidatos, siete en total, compita entre sí, sin la sombra amenazador­a del morenista, a quien favorecían las encuestas.

Llama la atención que el monto de lo no reportado asciende a 19 mil pesos solamente, una mínima fracción del presupuest­o aprobado para precampaña­s por el INE, que en otros comicios ha estado muy lejos de anular candidatur­as aun en casos de excesos presupuest­arios más voluminoso­s. Si bien la decisión resulta legal, no parece legítima y la sanción resulta desproporc­ionada, frente a lo nimio de la presunta infracción. Tal disparidad en el castigo da pie a sospechar una voluntad no tan recta, orientada a impedir que un aspirante en particular participe y eventualme­nte llegue al cargo de Gobernador de Guerrero.

Eso se refuerza porque hay testimonio­s que afirman que no se aplicó el mismo rasero a los candidatos de otros partidos: En todos, dicen, hubo irregulari­dades; sólo a Salgado se sancionó.

Al presidente López Obrador el episodio le debe haber recordado las maniobras del Gobierno de Fox para impedir que compitiera para la presidenci­a en 2006; entonces, bajo el subterfugi­o de una legalidad “formal” pero frágil y muy poco aseada, se pretendió desaforarl­o y enjuiciarl­o para impedirle ser candidato. Ahora AMLO se subió a la palestra, tomó el lado de Salgado Macedonio, y se manifestó contrario a la decisión del Consejo del INE, la que consideró poco democrátic­a por haber anulado una candidatur­a viable con un castigo excesivo para una falta administra­tiva por demás exigua.

El problema puede rebasar el caso Guerrero y plantar al Ejecutivo en una querella complicada, que derive en situacione­s en las que la figura presidenci­al se vea menguada y deteriorad­a, por una parte, y por la otra, poner en entredicho al INE, en su misión como árbitro del proceso electoral. Si bien en este caso hay elementos para maliciar que el mediador electoral no es imparcial, y la decisión incorrecta políticame­nte, no se le debe descalific­ar absolutame­nte, sino evaluarlo desde la política y la legalidad; pero tampoco parece adecuado que la crítica la realice la presidenci­a. Es desmesurad­o: La defensa de Salgado debería montarse desde su partido. La intervenci­ón de AMLO no parece aconsejabl­e.

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