El Imparcial

Un tiempo de fiesta

- JOSÉ MARTÍNEZ COLÍN articulosd­og@gmail.com José Martínez Colín es sacerdote, ingeniero (UNAM) y doctor en Filosofía (Universida­d de Navarra)

1) PARA SABER

Es natural que conmemorem­os los grandes acontecimi­entos, a nivel familiar, como los cumpleaños, o nacional como la Independen­cia del País. Pero hay un acontecimi­ento histórico que supera a todos, pues concierne, no sólo a un grupo de personas o países, sino a toda la humanidad de todos los tiempos: La Resurrecci­ón de Jesucristo, momento esencial del misterio pascual. Atañe a cada persona porque gracias a ella, se le han abierto las posibilida­des de resucitar también.

La vida de la comunidad cristiana, dice el papa Francisco, está marcada por los tiempos de la liturgia y de la oración comunitari­a. Todo el tiempo litúrgico está referido al misterio pascual, es decir, a la pasión, muerte y Resurrecci­ón de Cristo. Cada año celebramos el Domingo de Pascua, que por eso recibe el nombre de “domingo”, que significa, “día del Señor”. A su vez, cada domingo del año remite a ese Domingo de Resurrecci­ón. Y cada domingo del año, por otra parte, ilumina los restantes días de la semana, de modo que todo el año, y todos los años, están perfumados de la alegría de la Resurrecci­ón de Jesús.

2) PARA PENSAR

Desde antiguo, en la cristianda­d, los días de la semana hacían referencia al domingo. El lunes era nombrado como “feria segunda”, dado que el domingo era la primera. El martes es la “feria tercera”, el miércoles, la cuarta, el jueves la quinta y el viernes la “feria sexta”. El sábado sigue con su nombre. En la lengua portuguesa, hoy en día, se continúa con esa nomenclatu­ra. El nombre de “feria” se relaciona con la “fiesta”: La fiesta que nos remite a la Resurrecci­ón del Señor.

Decía el filósofo Josef Pieper que para que haya verdadera fiesta, debe tener un motivo verdadero. Mientras

más importante es el motivo, mayor es la fiesta y la alegría. Festejar es afirmar esa bella realidad: Sea una boda, un bautismo… Platón le atribuía a la fiesta un origen divino. Pieper afirma que una verdadera fiesta hace referencia en último término a un acto de culto divino. Al celebrar un cumpleaños, por ejemplo, nos alegramos de que esa persona exista y, por tanto, que Dios la haya creado.

Pensemos la importanci­a que le damos a la asistencia a la Santa Misa los domingos.

3) PARA VIVIR

La salvación nos vino a través del misterio pascual y ese misterio pascual se hace presente en cada Misa. Por eso resulta lógico y natural que sea importante asistir el domingo a la santa Misa. Así agradecemo­s a Dios que nos haya salvado por su Hijo. Por algo el nombre de “Eucaristía” significa “acción de gracias”. Es la razón por la que el domingo se reserve para dar culto a Dios. Un domingo sin Misa sería un día vacío, pues le falta el motivo principal a festejar. Dios nos ha dejado el modo más propio y más perfecto para celebrar, festejar y agradecer: A través de la santa Misa.

El significad­o de la palabra “semana” nos lo da su raíz del latín tardío: septimāna, y este del latín septem, que significa ‘siete’, que designa al ciclo compuesto por siete jornadas seguidas. Se decía que toda la semana ha de estar impregnada de la fiesta del domingo. Si el tiempo litúrgico nos lleva a un tiempo alegre y festivo, nuestros días habrían de vivirse siempre con esa alegría pascual.

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