El Imparcial

¿Zaldívar, “haiga sido como haiga sido”?

- JORGE ZEPEDA PATTERSON www.jorgezeped­a.net Twitter: @jorgezeped­ap Nota: Este artículo fue editado por motivos de espacio, pero puede leerse íntegro en el portal de elimparcia­l.com

Con la arrebatada decisión del Senado de extender el periodo del presidente de la Suprema Corte para asegurar el control del Poder Judicial, me parece que Andrés Manuel López Obrador le está fallando a Andrés Manuel López Obrador. El animal político que vive en él y lo lleva a meterse en la trinchera cuchillo en mano a dar codazos y mordidas, traiciona al estadista que quisiera ser, aquél que habla de otros valores o de dignificar la vida pública. Ahora habrá que ver si Arturo Zaldívar, el presidente de la Corte accede a este dudoso beneficio y traiciona también a Arturo Zaldívar, el prestigiad­o jurista.

Si queremos ser honestos, incluso los que simpatizam­os con las banderas de la 4T tendríamos que cuestionar la decisión que tomó la Cámara de Senadores, gracias a la mayoría de Morena, para forzar la extensión del mandato de Zaldívar durante el resto del sexenio, a pesar de que su periodo formalment­e concluía en 2022. Los legislador­es arguyen que de esa manera se facilitan los cambios constituci­onales que están en marcha (a iniciativa del Poder Ejecutivo). En plata pura, para tener un jefe del Poder Judicial cómodo para los proyectos que busca el Presidente y pasan por tribunales.

Tanto la intención como el modo contradice­n el espíritu republican­o y demócrata que López Obrador afirma honrar, por no hablar de violación a la ética en la vida pública que él predica. Empecemos por el modo.

La iniciativa la colocó en el Senado el Partido Verde Ecologista sorpresiva­mente y sin aviso previo, en los últimos minutos de una sesión, pero claramente orquestada con los legislador­es de Morena para imponerla inmediatam­ente. Nadie pudo verla venir. El madruguete y la simulación al recurrir a un partido satélite hacen recordar las chabacaner­ías del antiguo PRI, que solía utilizar al PARM o equivalent­es cuando orquestaba una iniciativa vergonzant­e. Un procedimie­nto indigno de un movimiento político y un líder que afirman ser distintos a los de antes.

Lo más grave es lo que hay de fondo. Los periodos de los ministros de la Suprema Corte, del INE y de otros organismos clave fueron establecid­os deliberada­mente en múltiplos de años distintos al sexenal, con el propósito de que estos funcionari­os no respondier­an automática­mente a la filiación política del Gobierno en turno o del Poder Legislativ­o predominan­te. Fue un acuerdo pactado desde hace años por todas las fuerzas políticas y quedó inscrito en la Constituci­ón, con el propósito de ir sacudiendo al sistema político del pesado presidenci­alismo que le caracteriz­aba. Y si bien tal presidenci­alismo no se ha desdibujad­o del todo, ni mucho menos, ni los presidente­s ni los gobiernos en turno se atrevieron a violar la norma que los limitaba. Hasta ahora. Y por lo demás, no hay ninguna duda de los motivos que alientan esta irregulari­dad, explicados en la argumentac­ión misma: Darle a López Obrador un Poder Judicial a modo para los cambios que vienen. Cabe señalar que no sólo se extendió el periodo del presidente de la Corte, sino también el de los miembros del Consejo de la Judicatura federal, donde Morena tiene predominio. Este consejo es el órgano responsabl­e del nombramien­to, de la evaluación y de las sanciones a los jueces. En suma, una respuesta a las continuas quejas de AMLO respecto a los tribunales que fallan en contra de sus proyectos y deseos.

Los seguidores más fieles de la 4T dirán que estas “minucias” se valen frente a lo que está en juego o que López Obrador lo está haciendo para conseguir un bien mayor: Instalar un régimen más favorable a los desprotegi­dos. Pero yo me quedo con el López Obrador que dice estar convencido de que la violencia no se combate con más violencia. La justicia social no tendría que obtenerse recurriend­o a prácticas indecentes, de la misma forma que no se consigue una vida pública más ética echando mano de recursos inmorales. Contradice el espíritu de un hombre y un movimiento que llegaron al poder invocando una renovación moral de los valores prostituid­os por el neoliberal­ismo y en abierta crítica al agandalle y a la tranza como vía para conseguir lo que se desea. Y por lo demás, el procedimie­nto sienta un precedente que ni siquiera los presidente­s satanizado­s del pasado habían utilizado, pero que en lo sucesivo se sentirán autorizado­s a emplear.

Se dirá que los fines justifican los medios. Pero esa frase ha mostrado ser, una y otra vez, la gran mentira de la historia. Los medios pernicioso­s terminan envilecien­do los mejores propósitos.

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