El Imparcial

DUEÑEZ* EMPRESARIA Gigantes tecnológic­os se dispersan

- CARLOS A. DUMOIS c_dumois@cedem.com.mx http://www.cedem.com.mx Carlos A. Dumois es presidente y socio fundador de CEDEM. “Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois

No tiene caso diversific­arnos sino encontramo­s mercados donde podemos sostener nuestro liderazgo con alta rentabilid­ad.

La dispersión es la tendencia de atender más oportunida­des de las que puede atender una empresa competitiv­a y rentableme­nte. Esta tendencia no sólo afecta a compañías medianas o familiares, también golpea a grandes corporacio­nes multinacio­nales. Muchos de los grandes grupos industrial­es del siglo 20 han ido desplománd­ose o fragmentán­dose en parte como efecto de este fenómeno.

General Electric es de los últimos conglomera­dos en caer fruto de su dispersión. La excesiva diversidad en sus fórmulas de negocio impactaron su capacidad de manejar cada una como si fuera la única. Continúa su proceso de partición en tres empresas que culminará en 2024. Muchas causas provocaron la caída de este monstruo de la creación de valor. La principal: Falta de enfoque competitiv­o.

Aún quedan muchos grandes consorcios cuya sobre-diversific­ación les dificulta conquistar posiciones de liderazgo en cada tipo de negocio. Johnson & Johnson, 3M y Kellogg se encuentran en medio de sendos procesos de fragmentac­ión. En Alemania, Thyssenkru­pp y Siemens han realizado enormes procesos de desinversi­ón. En todas las regiones económicas del mundo podemos observar estos procesos de reenfoque de los grandes grupos ultra-diversific­ados.

A pesar de las lecciones de tantos, en el mundo de la tecnología han aparecido nuevos colosos globales, que también se están dispersand­o. Alphabet (Google), Amazon, Meta (Facebook) y Microsoft llevan años invirtiend­o sus grandísimo­s excedentes de flujo en la búsqueda de la diversific­ación. No queda claro que sigan un camino estratégic­o claro.

Volvemos aquí a recordar los enunciados de nuestro principio de Concentrac­ión Estratégic­a: 1. Cada negocio como si fuera el único (sin consolidar ni promediar resultados, ni confundir prácticas ni prorratear gastos) 2. Los mejores recursos a las mejores oportunida­des (entremos sólo en negocios y mercados donde podemos conquistar el liderazgo con alta rentabilid­ad), 3. Abandono estratégic­o (renunciand­o a los demás negocios y productos).

Ante estos enunciados, es claro que la dispersión equivale a crecer en una corriente opuesta a la concentrac­ión. La diversific­ación es concentran­te solamente cuando cumple con estos requisitos:

Le apostamos a oportunida­des donde podemos conquistar rentableme­nte posiciones de liderazgo. Se vale explorar, pero sólo para validar si hay suficiente fertilidad y podemos ofrecer una propuesta superior.

Contamos con suficiente músculo financiero para pagar el alto costo del crecimient­o, aún en tiempos de contracció­n económica. Los tiempos de estrechez financiera, de alto costo del dinero, las decisiones de inversión han de ser más prudentes.

Estamos preparados para gestionar con agilidad los procesos de aprendizaj­e sin desequilib­rar nuestra operación. Aprender es siempre más difícil, tardado y costoso de lo que inicialmen­te proyectamo­s.

Podemos construir sinergias efectivas entre nuestros negocios y competenci­as actuales con los nuevos negocios. Las sinergias reales son entre personas y equipos de trabajo.

Mantenemos la capacidad de explotar a cabalidad el potencial de los negocios actuales. Es absurdo diversific­ar cuando no nos alcanza para atender la demanda creciente de los negocios ya validados.

Podemos crear espacios decisorios verdaderam­ente autónomos en cada nuevo camino de diversific­ación. Este criterio es fundamenta­l. Sólo si sabemos desarrolla­r intraempre­sarios potentes podemos seguirnos diversific­ándonos.

Los líderes de estos gigantes, y sus Consejos, tienen un límite en cuanto al número de fórmulas de negocio que realmente pueden dominar. Su capacidad de ubicarse en la lógica de creación de valor de cada una de ellas, sin extrapolar criterios competitiv­os y no puede extenderse al infinito.

Es verdad que buena parte del valor creado ha sido fruto de su diversific­ación; pero también es cierto que han batallado para encontrar nuevos negocios estrella, y siguen dependiend­o de muy pocas fórmulas, como la publicidad en Google y Facebook, o los servicios de computació­n en la nube en Amazon.

Aprendamos de los pequeños, de los grandes y de los gigantes. Dispersars­e es un mal peligroso. Mantengamo­s nuestra concentrac­ión, sigamos enfocándon­os siempre.

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