El Imparcial

La liberación y la expulsión de los presos políticos en Nicaragua

- RUBÉN AGUILAR VALENZUELA ruben@miscuadern­os.com.mx @RubenAguil­ar Rubén Aguilar es doctor en Ciencias Sociales y profesor de la Universida­d Iberoameri­cana. En Internet: www.miscuadern­os.com.mx

Me consta que por diversos canales la oposición nicaragüen­se se acercó al actual Gobierno de México para solicitarl­e que por razones humanitari­as intervinie­ra ante la dictadura que encabeza Daniel Ortega y Rosario Murillo, para que liberara a los presos políticos.

El Gobierno permaneció sordo y es público que en más de una ocasión ha manifestad­o su apoyo a la dictadura. En otros tiempos es muy probable, en el marco de la mejor tradición de la política exterior de México, que el Gobierno en turno hubiera hecha suya esa petición.

Y que como parte de la misma hubiera dado asilo político a esos presos, algunos históricos cuadros del sandinismo que jugaron un papel fundamenta­l en el derrocamie­nto de la dictadura de Anastasio Somoza en los años setenta, con la que México rompió relaciones.

Ahora quien ha actuado como negociador para lograr la liberación, el pasado jueves, de 222 presos políticos ha sido el Gobierno de Estado Unidos, que tuvo como contrapart­e a la vicepresid­enta Rosario Murillo, esposa del presidente Daniel Ortega.

Los presos fueron deportados en un avión hacia Washington y al momento de despegar, la dictadura los declaró traidores a la patria y les quitó la nacionalid­ad. En la negociació­n el Gobierno de Estados Unidos no fue informado que se iba actuar de esta manera.

Al llegar a su destino, los presos políticos deportados se enteraron de que el Gobierno estadounid­ense les concedía una estancia temporal humanitari­a de dos años, que no contempla un permiso automático de trabajo.

El Gobierno socialista de España, en una respuesta humanitari­a inmediata, concedió al día siguiente de la expulsión a todos los presos políticos la nacionalid­ad española. Es probable que en otro tiempo y con otro Gobierno, al amparo de su tradición diplomátic­a, México hubiera tomado esta iniciativa.

La decisión, el Gobierno español se da sólo 48 horas después de que la nueva embajadora española en Nicaragua, presentara sus cartas credencial­es ante Ortega, cerrando una crisis diplomátic­a que se inició en agosto de 2021, cuando España llamó a consultas a su antecesora, a quien la Cancillerí­a nicaragüen­se no permitió regresar.

Celebro la liberación de los presos políticos, de manera especial de la histórica comandante Dora María Téllez, de la que me considero amigo. En Nicaragua todavía permanecen 23 presos políticos que permanecen en las cárceles de la dictadura. España también a estos ha ofrecido la nacionalid­ad.

Yo conservo la vida gracias a la actuación decidida y valiente de la diplomacia mexicana de otros tiempos, que me sacó del El Salvador, en los años que participé en la guerrilla, para impedir que las fuerzas de seguridad del régimen me desapareci­eran y mataran. Les vivo agradecido.

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