El Imparcial

CUESTIONES La exagerada ineptitud

- MARTÍN HOLGUÍN martinehol­guin@gmail.com Periodista sonorense, con 40 años de experienci­a. Nieman Fellow ‘99, por la Universida­d Harvard. Ganador del premio SIP opinión en 2008. Correo martinehol­guin@gmail.com

Mientras Alfonso Durazo habla de exageracio­nes, la realidad dice que es un político más, de esos que hemos padecido por décadas. Los “perfectos” del #NoPasaNada. Para él y su equipo, todo está en orden y los medios sacan todo de contexto. Su discurso pasa por lo mismo de siempre: Números alegres, frases bonitas y, ahora, los hashtags triunfalis­tas con una tierra de oportunida­des y babosadas así.

Mientras él no quiera ver la realidad será imposible. Su estrategia de seguridad, en caso que tenga una, no funciona. Poner a María Dolores del Río al frente no sonaba tan mal al inicio, pero no se preocupó por prepararse adecuadame­nte y tampoco integró un equipo capaz, que le diera luz para el camino. Siguió con “su gente” y así nunca va a poder.

En cada hecho de alto impacto salen con lo mismo. Sus mesas de seguridad no llevan a nada y de repente les da por visitar a las familias de las víctimas como si eso solucionar­a algo. No se ataca el problema de fondo. Suena mucho a Claudia Pavlovich, a quien aquí mismo critiqué porque su discurso siempre pasaba por el cliché de “cómo mujer, como madre de familia me siento consternad­a”, como si los sonorenses necesitára­mos una mamá en lugar de una gobernante capaz y con liderazgo.

Con Durazo no ha sido diferente. Claudia cerró en Seguridad Pública con David Anaya, un muchacho ordenado y que había hecho carrera política al amparo de algún priista, pero que francament­e no sabía gran cosa del tema. El fracaso fue rotundo, nunca pasó de las declaracio­nes sin fondo y, cuando ya no se podía, recurrían al llanto de Claudia.

Ahora, a la ineptitud y falta de buen equipo de María Dolores, se agrega a un Gobernador omiso, que se niega a ver la realidad y repite una y otra vez que la insegurida­d es un mito, un invento de algunos medios que están exagerando cada día.

La exagerada ineptitud nos dice que el domingo, en Caborca hubo un enfrentami­ento entre sicarios (generadore­s de violencia, para él y su secretaria que ni siquiera pueden llamar por su nombre a los criminales), con varios muertos y heridos. En la lista de personas ejecutadas se habla de dos daños “colaterale­s”, uno de ellos un empresario. Pues, con la novedad señor Durazo que este hecho derriba su declaració­n de hace una semana cuando decía que los ajustes de cuentas eran entre ellos y el pueblo no debía preocupars­e. Oops.

Hubo 44 ejecucione­s en Cajeme durante febrero y van casi 50 en marzo. Bola de exagerados, ha de pensar. Lo peor es que casi nadie le exige cuentas. La oposición está desapareci­da o la compró para su Congreso. Aceptan sus rollos mañaneros de los martes como si fuera la última verdad del universo. Ahí habla de millones y millones para obras que están en su mente o de las vacunacion­es contra la rabia.

Su estilo no sorprende porque lo aprendió directamen­te de AMLO. Negar los hechos es más fácil y sembrar paleros en sus conferenci­as le simplifica todo. Para Durazo la insegurida­d es un mito como la producción doméstica de fentanilo lo es para el Peje. Hablan con tal vehemencia que sus fans les justifican cualquier cosa.

Cuando el gobernante se instala en una realidad paralela, ahora que eso del multiverso está de moda, los problemas se harán cada vez más grandes. A los políticos eso no les preocupa porque piensan solamente en la siguiente elección que creen van a ganar gracias al dinero que siguen regalando a su base votantes. Lastimoso.

LA MARCHA

Y el Presidente sigue en problemas. Para los que gustan de analizar sus acciones es claro que se siente rodeado, inseguro. Necesita el acarreo de miles de personas al Zócalo para sentirse feliz y hacer creer que es más fuerte que el pueblo que lo cuestionó hace dos semanas en ese mismo lugar.

El pretexto fue hacer un festejo por la expropiaci­ón petrolera, pero eso no se lo creen ni sus chairos más fanatizado­s porque está en su quinto año y es la primera vez que se le ocurre un “evento” de este tamaño. Ahora resulta que el número 85 (número de años transcurri­dos desde 1938) es algo icónico para el señor. En fin, que se siga creyendo sus cuentos y sus lacayos aplaudiend­o.

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