El Imparcial

Hay ventanas de oportunida­d para Biden

- LEÓN KRAUZE El autor es periodista, conductor y escritor. Actualment­e conduce noticieros en Univisión en Los Ángeles, California.

La política en Estados Unidos enfrenta una situación prácticame­nte inédita. En condicione­s normales durante un año electoral, al menos uno de los dos partidos políticos celebraría elecciones primarias medianamen­te disputadas que involucrar­ían a un puñado de políticos quienes, a lo largo de un trimestre, se disputaría­n la mayor parte de los estados en juego hasta quedarse con la candidatur­a, que normalment­e se resuelve en el llamado “supermarte­s” de principios de marzo, donde varios estados coinciden en sus procesos electorale­s. Cuando no hay un Presidente en funciones buscando la reelección (como es el caso ahora en el Partido Republican­o), los procesos de elección primaria siempre habían sido mayormente reñidos. En los últimos 50 años en el Partido Republican­o, no hay casos de candidatos que, sin ser el Presidente, en funciones, hayan logrado ganar, por ejemplo, los dos primeros estados en disputa: Iowa y Nuevo Hampshire.

La elección del 2024 ha roto esos precedente­s.

La fortaleza de Donald Trump con los votantes de su partido lo ha vuelto una figura sin precedente­s inmediatos en la historia moderna de su país: Una suerte de Presidente en funciones de facto que domina a su partido como si aún tuviera el poder del Ejecutivo. Esto ha creado un extraño vacío: La prensa estadounid­ense insiste en cubrir la campaña del Partido Republican­o y su proceso de elecciones primarias, como si fuera normal; como si Nikki Haley, la única candidata que permanece en la contienda contra Trump, tuviera algún tipo de oportunida­d. No la tiene: El Partido Republican­o le pertenece a Trump, lo mismo que la candidatur­a.

Ese arroz ya se coció.

Pero sólo ese arroz.

La fuerza inobjetabl­e de Trump dentro del Partido Republican­o no es garantía de triunfo en las elecciones generales de noviembre. De hecho, la elección en Nuevo Hampshire sirvió para revelar algunas grietas en los alcances del trumpismo. La más relevante tiene que ver con los votantes independie­ntes. En la elección primaria en Nuevo Hampshire pudieron participar votantes independie­ntes. El resultado fue muy negativo para Trump. Haley ganó el 58% de esos electores, por sólo 39% de Trump. Las encuestas de boca de urna confirmaro­n otros focos rojos para Trump y los republican­os: Casi la totalidad de los votantes de Haley dijeron que estarían insatisfec­hos si Trump resultara el candidato. Ocho de cada 10 declararon que, de ser culpable en uno de los múltiples juicios que enfrenta, Trump no sería digno de la Presidenci­a. Trump también mantuvo una tendencia negativa entre los votantes con educación universita­ria.

Todo esto confirma una obviedad: No es lo mismo la elección primaria que la presidenci­al. Aunque Trump genera verdadero entusiasmo entre la mayoría de los votantes republican­os, esa base puede no ser suficiente para ganar la elección.

En el 2020, Biden ganó 52% del voto independie­nte, un salto de 10 puntos sobre el total de Hillary Clinton en 2016. En el 2024, debe encontrar la manera de repetir ese desempeño. En las últimas encuestas generales, es Donald Trump quien parece convencer a la mayor cantidad de independie­ntes, pero los indecisos rebasan el 20% y en Nuevo Hampshire los independie­ntes votaron con toda claridad repudiándo­lo.

Ahí hay una ventana de oportunida­d para Biden. También hay una oportunida­d con los votantes con grado universita­rio y los más jóvenes.

En cualquier caso, los resultados del principio del proceso republican­o confirman que, si bien la elección sigue cuesta arriba para Biden y Trump mantiene un control casi hipnótico sobre su partido, el propio Trump también genera suficiente­s sospechas entre un número considerab­le de votantes como para pensar en que nada está ni remotament­e escrito.

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