El Imparcial

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

CATÓN

- Licenciado en Derecho y en Lengua y Literatura españolas/cronista de Saltillo. Leo Zuckermann es analista político / periodista y conductor de un programa de opinión en televisión. Sergio Sarmiento es periodista y analista político/ comentaris­ta de televi

El diálogo que sigue tuvo lugar en El Ensalivade­ro, oscuro y soledoso sitio alejado de la ciudad al que acuden por la noche, en automóvil, las parejas de novios que no disponen de recursos para pagarse un cuarto de motel. He aquí ese diálogo. “Laurencio; abrázame, bésame, acaricia mi cuerpo”. “No”. “¿Por qué no? Aquí todas las parejas lo hacen”. “Sí, pero nosotros somos pareja de policías, Cloraldo”. (Un marido le reclamó a su esposa: “Me dicen que me estás engañando con un patrullero”. Respondió la señora:

Otra cortina de humo de AMLO

No pude más que soltar la carcajada cuando escuché ayer a López Obrador: “No tengo ninguna intención de utilizar una situación tan lamentable con propósitos políticos, mucho menos con propósitos politiquer­os”. Noooo, Presidente. ¿Cómo cree que vamos a pensar eso? ¿Usted utilizar algo con fines electorale­s? Ceeeeerooo…

Se refería AMLO al caso Colosio. Le dedicó ayer mucho tiempo en su conferenci­a mañanera. Y es que la Fiscalía General de la República (FGR), siempre tan solícita con Palacio Nacional, revivió, de pronto, este magnicidio ocurrido hace 30 años.

Ya lo había adelantado Raymundo Riva Palacio el 19 de septiembre del año pasado en su columna de El Financiero titulada “La sorpresa de octubre”. López Obrador, en contuberni­o con la FGR, estaba por resucitar el caso Colosio para pegarle a los gobiernos pasados del PRI y PAN.

Alertaba nuestro colega: “Con base en los hallazgos de los fiscales del caso Colosio, lo que pretende la Fiscalía General es insostenib­le, pero no importa. Los jueces de consigna darán entrada a las imputacion­es y López Obrador tendrá el ruido que quiere para uso político-electoral. Será un nuevo desaseo jurídico en el sexenio, que le será irrelevant­e al Presidente, sólo interesado en restarle votos a la “Negativo, pareja”). Un explorador blanco iba por lo más espeso de la jungla cuando le salió al paso un aborigen que levantó contra él su lanza. El explorador esgrimió su rifle para dispararle, pero el arma no funcionó. “¡Ya me jod…!” -profirió con aflicción. Se escuchó venida de lo alto una majestuosa voz: “Hombre de poca fe. ¿Acaso no crees en los milagros? Toma una piedra y tírasela a tu enemigo”. El explorador obedeció, y le pegó una pedrada en los estos al salvaje, que huyó lanzando lastimeros quejidos que partían el alma. En eso apareciero­n 100 aborígenes que rodearon al explorador y levantaron contra él sus lanzas. Se escuchó venida de lo alto una majestuosa voz: “¡Uta! ¡Se me hace que ahora sí ya te jod…!”. El huerto de duraznos parece una estampa japonesa. Las flores color de rosa de los árboles ponen su nota sobre el azul del cielo, y con eso las flores son más de color rosa, y el cielo más azul. Pero esa noche cae la helada. Las flores mueren, y con ellas la esperanza del aterciopel­ado oposición y reducir sus posibilida­des en las urnas”.

Al día siguiente, en la mañanera, AMLO descalific­ó al columnista: “Es una falta de respeto a la gente […]una volada”. Raymundo, sin embargo, se sostuvo. Y tuvo razón, salvo en la fecha. No fue en octubre cuando AMLO revivió el caso Colosio sino a finales de enero, en pleno periodo de inter campañas, en un momento donde la candidata presidenci­al opositora no tiene acceso a spots de radio y televisión.

Algo que, por su parte, también ya había advertido Jorge G. Castañeda en su blog de Nexos. Nuestro colega recordaba que, en febrero de hace seis años, el entonces presidente Peña, con la complicida­d de la Procuradur­ía General de la República (PGR), y mucha exposición mediática, acusó al candidato panista Ricardo Anaya (quien venía creciendo en las encuestas) de corrupción, lavado de dinero y todo tipo de enjuagues con su familia política.

“¿Por qué en febrero? Por una sencilla razón, según Anaya: No podía responder más que en redes, ya que los medios le estaban cerrados, y no disponía de spots en la tele y el radio para defenderse. De nuevo, por una sencilla razón: La inter campaña. Para marzo, cuando Anaya volvió a la tele y al radio vía spots, ya era muy tarde. Se creó una distancia de casi veinte puntos, que se ensancharí­a hasta el día de las elecciones. El golpe de la nave industrial funcionó a la perfección”, dice Castañeda.

Huelga decir que la PGR, antes que terminara el sexenio de Peña, exoneró por completo a Anaya de cualquier delito. El típico “usted disculpe”.

Al parecer, en esta ocasión no le encontraro­n nada sospechoso a Xóchitl Gálvez que pudiera “investigar” la FGR. Quizá se lo hallarán, o inventarán, en unos días. Mientras tanto, han desempolva­do fruto con redondeces y dulzuras de mujer. Yo, necio de mí, siento rabia. Don Abundio, el viejo cuidador del huerto, me pone en mi lugar; él, que siempre está en el suyo: “Y a ver, licenciado: ¿A quién siguemos?”. Eso quiere decir: ¿A quién demandamos? ¿A quién le reclamamos? Lo mismo me dijo cuando pasó la riada del Gilberto. El turbión se llevó la mitad del predio antes nombrado La Carrera, al cual la gente llama ahora El Trotecito, así quedó de reducido. “Y a ver, licenciado: ¿A quién siguemos?”. AMLO, a fuer de peje (“hombre sagaz, astuto”, significa en español castizo esa palabra), puso el Tren Maya y el Aeropuerto Felipe Ángeles en manos -y botasdel Ejército. Esa acción va más allá de asegurarse el apoyo de las fuerzas armadas para lo que pueda ofrecerse. Su propósito es también evitar que los ciudadanos tengamos acceso a los estados financiero­s de esas empresas de viabilidad dudosa, cuyas pérdidas o bancarrota­s jamás podremos conocer -por razones de seguridad nacional, sabe usted- estando tales empresas bajo el mando de los militares. A la vista está ya el fracaso tanto del citado ferrocarri­l como del mencionado aeropuerto, y al paso del tiempo sus pérdidas económicas se harán mayores. Pero nadie se atreverá a pedirles cuentas no ya a los generales, sino ni siquiera a los coroneles, tenientes coroneles, mayores, capitanes primeros y segundos, tenientes, subtenient­es, sargentos, cabos y soldados. Se estrellará la economía del AIFA; las finanzas del Tren Maya se descarrila­rán. “Y a ver, licenciand­o: ¿A quién siguemos?”. Una señora de la ciudad viajó al campo, y fue invitada a comer en una finca rural. Le sirvieron el platillo típico de la región: Conejo de campo con verdolagas. La visitante, deseosa de aprender, le preguntó al anfitrión: “¿Cómo se cogen los conejos?”. “Bueno -procedió a explicar el hombre-. El conejo se sube sobre la coneja y...”. “No -se azaró la señora-. Lo que quiero saber es cómo se cazan”. Replicó el granjero: “No se casan, señora. Nada más se cogen”. (Nota: Han de ser conejos de la generación actual). FIN. del cajón el caso Colosio para desviar la atención mediática y pegarle no sólo a políticos priistas de aquella época (Salinas, Beltrones, Zedillo) sino al siempre odiado Calderón vía el mismísimo demonio: Genaro García Luna.

Porque ahora resulta, según la FGR y divulgado a los cuatros vientos por AMLO, que sí hubo un segundo tirador de Colosio quien era un agente del Cisen asignado a cubrir al candidato priista y que, a pesar de ser sospechoso, fue liberado “en aquellos momentos en un evidente encubrimie­nto” por un joven llamado “Genaro G.”, entonces subdirecto­r operativo en el Cisen.

Todo cuadra. Los malditos priistas y panistas, gente que representa la encarnació­n del mal, y que quieren regresar al poder.

El resurgimie­nto del caso Coloso se da un contexto en donde están apareciend­o varias historias que involucran a los hijos del Presidente con presuntos casos de tráfico de influencia­s. También es lógico. Así sucede en épocas electorale­s. La ropa sucia del gobierno en turno comienza a exhibirse al público.

Sean verdad o mentiras estas historias, al Presidente le conviene cambiar la conversaci­ón. Para tal efecto, el genio comunicati­vo avienta una típica cortina de humo. Pretende crear un nuevo escándalo en torno a un caso tan viejo como investigad­o. Porque, como recordó ayer otro colega, Carlos Puig, “el informe publicado en el año 2000 por la Comisión Especial [del caso Colosio] dedica 76 páginas a Sánchez Ortega [el presunto segundo tirador]” y concluye que “no hay elementos para probar que estuviera involucrad­o”.

Pero no se preocupe, Presidente, que no estamos pensando que usted utiliza este asunto con fines politiquer­os. Para naaadaaa…

Escribo este artículo, por coincidenc­ia, muy cerca de Lomas Taurinas. Este 29 de enero estuve conversand­o de otros temas con Patricia Aubanel, la renombrada cardióloga tijuanense que intervino el corazón de la madre Teresa de Calcuta y que trató infructuos­amente de salvar la vida de Luis Donaldo Colosio Murrieta tras el ataque del 23 de marzo de 1994. Era inevitable pensar en Colosio, a quien conocí y aprecié.

No me sorprende que el propio hijo del candidato asesinado, Luis Donaldo Colosio Riojas, alcalde de Monterrey, haya pedido al presidente López Obrador que “mejor indulte a Mario Aburto” y “que ponga un carpetazo final a este asunto, [que] permita que tanto mi familia como México sanemos. Este asunto ha estado ya muy manoseado, que estén reciclando el tema con tal de sacar raja política”.

El intento de sacar raja política ha alcanzado niveles vergonzoso­s. La FGR no sólo ha revivido la tesis del segundo tirador, y responsabi­liza al agente del Cisen José Antonio Sánchez Ortega de haber hecho el segundo disparo, sino que ha involucrad­o al villano favorito de López Obrador, Genaro García Luna, quien a los 25 años era subdirecto­r operativo del Cisen y fue, según la FGR, quien “rescató” a Sánchez Ortega en Tijuana.

Un lamentable subprocura­dor especial, Pablo Chapa Bezanilla, inventó la tesis del segundo tirador en 1995 y acusó a Othón Cortés, un chofer en las oficinas del PRI en Tijuana, de haber hecho el segundo disparo. La acusación buscaba involucrar al general Domiro García Reyes, jefe de seguridad de Colosio, para sugerir que el presidente Carlos Salinas de Gortari había ordenado el asesinato. Pero todo era mentira. Ni Cortés tenía relación con Domiro, ni había realizado el segundo disparo. Después de ser torturado y encarcelad­o durante año y medio en el penal del Altiplano, fue exonerado en 1996.

Las pruebas periciales demostraro­n que sólo hubo un tirador. Un video muestra a Aburto cuando realiza el primer disparo, con una pistola Taurus colocada directamen­te sobre la cabeza de Colosio. La bala atravesó el cráneo y nunca se encontró. El video no capta el segundo disparo, que en sedal hirió el vientre, pero la segunda bala sí apareció donde cayó el candidato, y era de la Taurus. Aburto gritó cuando lo detuvieron: “Yo no fui, fue el ruco”. Sin embargo, quienes se encontraba­n junto a él, incluido “el ruco”, Vicente Mayoral Valenzuela, lo señalaron. Cuando los interrogad­ores le mostraron a Aburto el video, éste reconoció haber realizado los disparos: El primero, dijo, sólo para herir a Colosio y llamar la atención sobre sus “ideas pacifistas”; el segundo, porque se le había escapado. A Jesús Blancornel­as, del Zeta de Tijuana, le dijo el 24 de abril de 1994 que con el primer disparo había querido pegarle a Colosio en los pies, pero se tropezó “y fue así como sucedió el accidente”. Después forcejeó con una persona que quiso quitarle el arma “y fue cuando se hizo otro segundo disparo”.

Sánchez Ortega tenía manchas de sangre de Colosio. “No se pudo determinar en qué momento y dónde Sánchez Ortega se maculó”, me dice un investigad­or. No se encontraba, sin embargo, “en el entorno” del candidato en el momento de los disparos. Esto, y la comprobaci­ón de que los dos disparos habían sido realizados por Aburto, hicieron que se le dejara en libertad tras ser investigad­o.

Ahora la FGR lo acusa sin nuevas pruebas, en un intento por involucrar a García Luna. Ayer el propio presidente López Obrador defendió esta acusación. Este nuevo uso faccioso del caso recuerda la intervenci­ón de Chapa Bezanilla. Esperemos que la Fiscalía no traiga ahora a una vidente, como la Paca, para declarar que los responsabl­es del homicidio de Colosio fueron García Luna y Calderón.

Que ya no utilicen políticame­nte [el caso Colosio], es todo lo que pido”.

CRECIMIENT­O

La buena. La economía mexicana creció 3.1% en 2023. Es una buena cifra. La mala. Buena parte de este crecimient­o es producto de inversione­s en obras faraónicas del gobierno que no serán rentables.

LUIS DONALDO COLOSIO RIOJAS

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