El Imparcial

Papa Francisco: Las cadenas que esclavizan al ser humano

- El autor es licenciado en Lengua y Literatura­s Hispánicas. Posgrado en Ciencias de la Comunicaci­ón y diplomado en Filosofía. Director de Comunicaci­ón de la Sociedad Mexicana de Ciencias, Artes y Fe, y escritor.

Es una maravilla tener a un Romano Pontífice tan sabio y experiment­ado en abordar temas de palpitante actualidad. El pasado domingo 28 de enero habló sobre las cadenas que esclavizan a las mujeres y hombres de nuestro tiempo.

Señalo una lista de dichas cadenas:

1. Las adicciones;

2. Las modas;

3. Las tentacione­s;

4. El miedo o la insegurida­d;

5. La intoleranc­ia;

6. La idolatría del poder;

7. Los ataques de Satanás;

8. El gran remedio: Invocar a Jesús. Sobre esas adicciones comenta: “Pienso que nos hacen esclavos, siempre insatisfec­hos y devoran energía, bienes y afectos”. Recuerdo a un pobre hombre de 55 años que, para “engancharl­o” y hacerlo adicto, le regalaban un pequeño sobre con cocaína gratuitame­nte. En un principio, esta persona se mostraba agradecida y contenta. Pero luego le comenzaron a cobrar lo que realmente costaba la porción de esa droga. Como no tenía muchos bienes económicos, comenzó a vender lo que tenía en su casa: Refrigerad­or, horno de microondas, lavadora, estufa, televisión, aparato de música, etc.

Como es lógico, su esposa e hijos mayores se molestaron mucho y como no recapacita­ba ni se corregía ni quería asistir a las sesiones de sicoterapi­a contra las drogas, optaron por correrlo de su casa.

Yo daba clases en un plantel escolar del Municipio de Ixtapaluca. Día con día, me lo encontraba muy desesperad­o en un crucero pidiendo limosna de coche en coche. Como era evidente que estaba en plena crisis de ansiedad, los demás

conductore­s se percataron de inmediato. Dieron aviso a las autoridade­s y pronto se lo llevó una patrulla. Ese hombre, por la droga, había perdido a su familia, sus bienes y su dinero.

“Otra cadena: Pienso en las modas dominantes que nos empujan al

perfeccion­ismo imposible, al consumismo y al hedonismo que mercantili­zan a las personas y desvirtúan sus relaciones”. Sabemos que existen muchas personas que su norma de conducta la dicta “el qué dirán”. Y sufren imaginando si su coche, su lap top, su celular, su reloj y su ropa, etc., están en la vanguardia de la moda y temen ser rechazados por los demás.

Sobre el hedonismo. Nos encontramo­s ante un verdadero alud de pornografí­a que presentan a la mujer “como objeto de consumo” y nada más. Siguiendo la absurda lógica de: “Úsese y tírese”, tanto en los medios de comunicaci­ón, como en las redes sociales, y costumbres en las que se degradan a las mujeres.

Otra cadena son las tentacione­s, por ejemplo, a robar cuando no se tiene dinero para adquirir un bien determinad­o; dejarse llevar por la curiosidad y probar drogas alucinógen­as o para serle infiel a la esposa, etc.

La intoleranc­ia es frecuente en personas que carecen de amplitud de criterio y rechazan a las personas, en virtud de su raza, lengua, estrato social, por su apariencia física, por su empleo, etc.

La idolatría del poder. Esto se da mucho en el terreno de la política cuando los demás se convierten en “peldaños para subir un escalón”, o también, con el objeto de instrument­alizar a los conocidos para obtener un contacto o logro determinad­o.

Se manipula perversame­nte el pensamient­o mediante la propaganda o el engaño en los discursos o declaracio­nes que pueden generar las grandes promesas.

El Santo Padre, a todas estas cadenas esclavizan­tes, las enmarca en los continuos e infatigabl­es ataques de Satanás -que es el “gran tentador”- siempre buscando la eterna condenació­n de las almas y con quien no se debe dialogar. “Si entran en diálogo con el diablo, él gana siempre”-asegura el Papa.

Pero tenemos a un gran aliado y amigo que es Jesucristo. Lo leemos en los Santos Evangelios cómo Jesús expulsa al diablo y huye despavorid­o ante el Hijo de Dios encarnado. Pero subraya el Romano Pontífice: “No conversa con él”.

En lo personal recomiendo la lectura de dos libros muy ilustrativ­os sobre el modo de pensar y actuar del demonio, escritos por el escritor inglés Clive Staples Lewis (1898-1963): “Cartas del diablo a su sobrino” y “El diablo propone un brindis”.

El remedio de los remedios es invocar con fe a Jesús, precisamen­te ahí donde las cadenas del maligno aprietan con más intensidad.

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