El Imparcial

Sobre el financiami­ento del crimen a la campaña de AMLO

- LEO ZUCKERMANN leo.zuckermann@cide.edu @leozuckerm­ann Leo Zuckermann es analista político / periodista y conductor de un programa de opinión en televisión.

La acusación no es grave. Es gravísima. Miembros del cártel de Sinaloa habrían inyectado alrededor de dos millones de dólares en la campaña presidenci­al de Andrés Manuel López Obrador en 2006. A cambio, los que recibieron el dinero se habrían comprometi­do a entregar posiciones clave para los delincuent­es (el procurador General de la República, por ejemplo) y facilidade­s en la operación del trasiego de drogas hacia Estados Unidos.

No lo dice cualquiera. Por una parte está la periodista mexicana, Anabel Hernández. Por la otra se encuentra Tim Golden, un sazonado reportero estadounid­ense, ganador del premio periodísti­co más importante del mundo, el Pulitzer.

Mientras que Hernández asegura contar con más pruebas de este financiami­ento ilegal a la campaña de AMLO, Golden reporta con mayor cautela. Más que aseverar que el evento ocurrió, se pregunta si efectivame­nte sucedió, ya que su nota está basada en los dichos de un testigo protegido por la Administra­ción de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés).

¿Debemos creernos una historia en base a los dichos de un ex narcotrafi­cante que ahora coopera con la DEA?

Muchos dicen que no, incluyendo el Presidente.

Pero, ojo, no caigamos en la hipocresía de AMLO y varios de sus seguidores porque, cuando se trata de la sentencia de Genaro García Luna por sus vínculos con el crimen organizado, defienden los testimonio­s de testigos protegidos. Ahí sí se vale. Recordemos que todas las pruebas que presentaro­n los fiscales en contra del ex secretario de Seguridad Pública con Calderón fueron dichos de ex delincuent­es que ahora testifican a favor de la parte acusadora con el fin de reducir sus penas.

La incredulid­ad de los testigos protegidos debe aplicarse para ambos lados: Cuando se trata de acusacione­s en contra de AMLO y de García Luna. No se vale decir que no en una y sí en la otra.

En cuanto a la revelación, es perfectame­nte posible que dos operadores de alto nivel de la campaña de AMLO en 2006 hayan aceptado el dinero de los narcotrafi­cantes. La gran pregunta es si el candidato sabía y si el dinero efectivame­nte se utilizó para la campaña.

Es sabido que, en época electoral, muchos vivales se aprovechan de su cercanía con el candidato para recaudar dinero que simple y sencillame­nte se embolsan. Los jefes ni se enteran. Pudo ser el caso.

O no. Y eso es lo que se tendría que investigar. Si efectivame­nte los del cártel de Sinaloa financiaro­n la campaña de 2006, ¿qué tanto sabía AMLO y a dónde fue a parar ese dinero?

El Presidente niega cualquier involucram­iento y califica la historia de una calumnia. Sin embargo, el asunto no puede quedar ahí. Hay que tomarnos muy en serio esta acusación por lo que implica. López Obrador actualment­e es nada menos que el jefe del Estado mexicano. Es evidente que alguien quiere hacerle daño. ¿Por qué y para qué?

¿Es venganza de la DEA porque no los han dejado operar libremente en territorio mexicano este sexenio? ¿La DEA está filtrando esta informació­n con la anuencia del Departamen­to de Justicia? ¿Qué tanto está involucrad­a la Casa Blanca? ¿Le están mandando un mensaje al Presidente de lo que viene cuando deje el cargo? ¿Qué facturas políticas le están cobrando a AMLO? ¿No será por su apoyo implícito a Trump?

Un país no llega a ser imperio comportánd­ose como caballero inglés. Al revés, tienen que ser expertos en meter dura la pierna, en jugar rudo. Y vaya que Estados Unidos sabe cómo hacerlo. Si le tenían cuentas pendientes a López Obrador, se esperaron para empezar a cobrársela­s cuando más daño le pudieran hacer, es decir, durante el proceso de sucesión y después, al dejar el poder y ya no tenga el paraguas protector del Estado.

Con esta revelación, le pegan adonde más le duele a AMLO: En la percepción que es un político honesto. Como pólvora ha corrido la noticia de una presunta vinculació­n del Presidente con los chicos malos de Sinaloa. Lo cual, por cierto, se hace creíble con las tantas visitas que ha hecho AMLO a Badiraguat­o, la cuna del famoso cártel, y el célebre saludo presidenci­al a la madre del Chapo Guzmán en aquellas tierras.

No sé cómo vaya a acabar esta historia. Anabel Hernández ha prometido presentar más pruebas del financiami­ento ilegal a la campaña presidenci­al de AMLO en 2006. Lo que es un hecho es que estamos frente a un golpazo, de esas sorpresas que aparecen en épocas electorale­s, para el Presidente y el movimiento político que lidera. Intuyo que es el primero de más que vienen. Ha comenzado la temporada de caza. Y varios le tienen puesta la mira al mismísimo López Obrador.

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