El Imparcial

Otra izquierda es posible

- NICOLÁS PINEDA nicolas.pineda.p@gmail.com @npinedap Nicolás Pineda. Analista político.

Hablemos de ideologías y regímenes políticos. Es tradiciona­l definir a las ideologías en un eje horizontal de izquierda y derecha. A riesgo de simplifica­r demasiado, la izquierda le da más relevancia a la igualdad y al papel del Estado en la economía; mientras que la derecha le da más relevancia a la libertad individual, el mercado y la propiedad privada.

Sin embargo, también es importante considerar que hay otro eje vertical que puede dividir las ideologías y los sistemas políticos en autoritari­os y democrátic­os. En el extremo autoritari­o se ubican las dictaduras, que generalmen­te giran en torno a un gran líder al que se le rinde culto político, concentran el poder y restringen libertades; mientras que en el otro extremo las democracia­s electorale­s con alternanci­a de partidos, división de poderes, institucio­nes autónomas fuertes, régimen de ley y rendición de cuentas.

De modo que, siendo esquemátic­os, tenemos cuatro grandes tipos o cuadrantes de ideologías y sistemas políticos. Unos son las democracia­s sociales o de izquierda; otras son las democracia­s liberales o de derecha; y los otros serían los regímenes autoritari­os o incluso dictaduras de izquierda o de derecha.

Obviamente, el modelo a seguir son las democracia­s ya sea sociales o liberales donde se ubican todos los países de la Unión Europea. En todos ellos, hay cierto equilibrio entre Estado de Bienestar (con sistemas institucio­nales de pensiones y seguridad social) y con empresas privadas y economías de mercado. En cambio, los villanos o modelos negativos son las dictaduras y regímenes autoritari­os entre los que se ubica el antiguo bloque soviético y China, así como Cuba. Entre los regímenes malogrados también podemos ubicar a las dictaduras, populismos y regímenes autoritari­os latinoamer­icanos. Estados Unidos se ubica en las democracia­s liberales.

¿Hacia dónde la transforma­ción de México?

México, al menos desde la Revolución Mexicana, ha sido un sistema autoritari­o. Durante los gobiernos del PRI, había un presidenci­alismo fuerte (casi dictatoria­l) con elecciones controlada­s y un partido hegemónico. En las décadas en torno al cambio de siglo hubo una liberaliza­ción tanto política como económica, impulsada en buena medida por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte pero también por una clase media urbana emergente. Esta liberaliza­ción fue cuestionad­a desde el principio por los grupos más vulnerable­s, como los indígenas de Chiapas. A pesar de ello, ha habido mejoras, quizá disparejas, en el bienestar de la población.

Ahora, llevamos cinco años en los que desde el discurso presidenci­al se ridiculiza y caricaturi­za “el período neoliberal” y tácitament­e añora el retorno al autoritari­smo priísta con presidenci­alismo fuerte y partido hegemónico. Al mismo tiempo, se corre más hacia el autoritari­smo promoviend­o el militarism­o y la estatizaci­ón de la economía. Hay además un culto a la personalid­ad del presidente que no va a desaparece­r con el cambio de gobierno; algo así como lo que pasó con Perón en Argentina. Los políticos de Morena se concentran en atacar a los oponentes pero rara vez son claros y explícitos en el modelo de país que promueven. No se aprecia que el rumbo sea hacia las democracia­s sociales de Dinamarca y los países europeos.

Por una democracia social Además, en la geopolític­a ha habido acercamien­tos y coqueteos con los regímenes dictatoria­les de Cuba y Venezuela. Como botón de muestra están los médicos cubanos y el hecho de que el Conahcyt ahora solo da becas para Cuba. Al mismo tiempo, ha habido distanciam­ientos con países europeos, principalm­ente España, con el cual tenemos las relaciones en “pausa”.

Ahora que van a comenzar las campañas y tenemos elecciones en la mira, hace fala que levantemos la mirada y exijamos a nuestros candidatos una definición clara de cuál es el modelo de país que quieren construir. Ni Cuba ni Venezuela son buenos modelos; lo vemos en los migrantes. Otra izquierda es posible.

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