LA CIUDAD DEL GRAN JUEGO
A varios kilómetros de distancia al llegar a Las Vegas, Nevada, la Esfera es una sorprendente marquesina gigante que se transforma en los cascos de Jefes de Kansas City y 49s de San Francisco para anunciar la celebración del Super Bowl LVIII.
Esta ciudad, conocida por los casinos y sus excesos, durante mucho tiempo estuvo vetada para el deporte profesional de Estados Unidos, pero hoy se alista para recibir por primera vez el evento deportivo más grande del país.
En 2017, la NHL rompió esa regla de sólo disputar juegos de exhibición en la “Ciudad del Pecado” al instalar ahí la franquicia Vegas Golden Knights y tres años después los tradicionales Raiders abandonaron Oakland para irse al Allegiant Stadium, un camino que seguirán los Atléticos del beisbol de las Grandes Ligas a partir de la temporada de 2025.
Aquí, le temperatura que bajará hasta los 3 grados centígrados el fin de semana es una mera anécdota, pues por un lado en nada se compara a la temperatura de menos 20 grados, con sensación de -33 por el viento, con la que Kansas City recibió a los Delfines de Miami en el Duelo de Comodines.
Por otro lado, el clima no será factor al interior del moderno estadio techado, que se alza imponente frente a las montañas nevadas del Estado, valga la redundancia, de Nevada.
Además, la gente en Las Vegas le ha dado “calidez” al ambiente que se vive en los días previos al Super Domingo. Por el “Strip” abundan los aficionados con los colores de Jefes y 49s, los anuncios luminosos intercalan la promoción de sus shows y conciertos con el de alguna publicidad alusiva al Super Tazón, mientras que en puentes y cruceros los distintivos colores morado y rosado de la actual edición del partido resaltan entre el gris del cemento.
El que una ciudad se prepare y celebre un evento de esta magnitud podría parecer algo normal, pero hace apenas tres meses tuvimos la oportunidad de estar en Las Vegas el fin de semana previo al Gran Premio de Fórmula 1 y vaya que hay diferencia. En esa ocasión, la manera más notable de “vivir” la gran fiesta del automovilismo era estancándose en un tráfico a vuelta de rueda en Las Vegas Boulevard y sus alrededores, pues el circuito callejero se diseñó por gran parte de la avenida más transitada de la ciudad, algo que no le agradó nada a los residentes y comercios que quedaron ocultos.
Ahora la historia es distinta, aunque seguramente las concurridas calles que rodean a hoteles y casinos del “Strip” no se salvarán del caos a medida que se acerque el domingo, sobre todo en el área del Mandalay Bay, donde ayer se abrieron las puertas del Super Bowl Experience, un espacio donde los aficionados pueden ser parte de la fiesta con pruebas, juegos y dinámicas que los hacen sentir como un jugador en el emparrillado.
A cuatro días del Super Bowl, la sede de Las Vegas luce como una apuesta segura.