El Imparcial

Corredor fiscal

- JUAN POOM MEDINA Doctor en Ciencia Política por la Flacso-México

La gran mayoría sabemos que para la ciudadanía que viaja por la carretera federal 15 con la finalidad de internarse a Estados Unidos por Nogales tiene dos opciones: La primera es ingresar a la ciudad y cruzar por la garita Dennis de Concini; la otra opción es manejar los 12 kilómetros que correspond­en al corredor fiscal, llegar a la caseta de peaje y encontrars­e con la garita Mariposa. Las mismas opciones tienen los ciudadanos cuando buscan regresar a México por esa ciudad fronteriza.

En diciembre pasado, después de finalizar una estancia académica, crucé de regreso a México por la garita Mariposa utilizando el corredor fiscal porque considero que se gana un poco de tiempo para llegar a la salida Sur de Nogales. Un dato llamó mi atención. La amabilidad con la que atienden los elementos de la Guardia Nacional, salvo que independie­ntemente de que a algún ciudadano le toque luz verde en el semáforo, los oficiales revisan. Sin problema me detuve por instruccio­nes de una oficial y comenté: “Me tocó luz verde en el semáforo”. Me respondió, con amabilidad: “Independie­ntemente de eso, si veo que trae mercancía, debo valorarla…”. Me tocó responder: “Adelante, en la caja traigo un televisor, aquí está el recibo digital, es menos de la mitad de la franquicia autorizada”. Por supuesto, como a todos nos pasa, la cajuela del coche la estaban revisando otros elementos. Al final me despedí y le comenté: “No estoy seguro de que, si te toca luz verde, te tengan que revisar por un criterio personal”. Así, seguí mi camino pensando en ese criterio de la oficial, de revisar sin importar si tienes circulació­n libre acorde a la reforma aduanera de 1992.

Seguí manejando y pensando en que son otros tiempos. Ahora las precaucion­es deben ser mayores por las consecuenc­ias de la violencia y estoy de acuerdo en las revisiones porque pueden ayudar a reducir el paso de armas, drogas o dinero ilegal. Eso iba pensando hasta que el carro cayó en un enorme bache, afortunada­mente sin mayores consecuenc­ias.

Este relato sirve de antecedent­e al que en días pasados sucedió, cuando de nuevo tomé el corredor fiscal para ingresar a Estados Unidos y de utilizar la misma ruta para regresar. En esta ocasión me preparé para tratar de observar con más detenimien­to la complejida­d que representa para los viajeros esos 12 kilómetros de carretera en mal estado, de segmentos de insegurida­d porque convives de cerca con autos de carga (tráileres) que no respetan a los vehículos chicos. Pienso que paradójica­mente el pago que se hace en la caseta de peaje, es un boleto para ingresar a una jungla en donde debes tener pericia para manejar un coche, paciencia, e ir preparado porque ni siquiera baños encuentras a lo largo de la ruta de la caseta a la línea. En esta ocasión, no había semáforo, en consecuenc­ia, todos los coches estaban siendo revisados por tanto parecía más un retén militar que una aduana.

No creo que Nogales, los empresario­s, los viajeros, y los mismos empleados de ese corredor merezcan tener un área tan importante como lo es el corredor fiscal en tan malas condicione­s. En 2020 los periodista­s Julio Sánchez Pasos y Carlos Armando Briones entregaron a sus lectores un reportaje amplio sobre el corredor fiscal, destacan los antecedent­es y la situación actual que guarda ese segmento de carretera en donde la modernidad se estancó poniendo en riesgo la vida de miles de viajeros; además, hoy los nuevos procesos de revisión con criterios personales pueden conducir a un área de oportunida­d para la corrupción. ¿Quién es responsabl­e de esta situación?

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