El Imparcial

ESCENARIOS

GENARO LOZANO

- El autor es politólogo, conductor de un programa de televisión y profesor en el Departamen­to de Estudios Internacio­nales de la Ibero.

El Presidente presentó un paquete de 20 reformas, de las cuales 18 son constituci­onales, con lo que busca esencialme­nte influir en la narrativa electoral. Como siempre ocurre con AMLO, ya hay lecturas opuestas e hiperboliz­adas en torno a lo que estas reformas significan. Desde quienes piensan que son “las reformas del mayor estadista que ha tenido México” hasta quienes creen que “son un retroceso y una imposición a la candidata de Morena”. La realidad está en otro lado.

Es cierto que las reformas son un testamento político, la obsesión por cuidar el legado que es muy común en los sistemas presidenci­alistas. AMLO siempre ha mostrado la importanci­a que le da a su lugar en la historia y con estas reformas lo reitera. Todo su sexenio se caracteriz­a por la “campaña permanente”, de la que escribió Hugh Heclo.

Un segundo propósito de las reformas es llenar el vacío. Nuestras reglas electorale­s han creado un verdadero absurdo. Las candidatas están en campaña desde mayo del año pasado, pero no han podido presentar una sola propuesta y por ello hoy parecen influencer­s. El periodo de intercampa­ñas ha obligado a eso. AMLO llena ese vacío con las reformas. Al controlar la narrativa busca incidir en las preferenci­as respecto de la contienda legislativ­a, quizás el principal objetivo de estas reformas.

Las reformas más polémicas están diseñadas para escandaliz­ar a la oposición. Algunos aspectos de la reforma electoral, algunos de la reforma al Poder Judicial, unos más de la reforma a la Guardia Nacional, así como la de Organismos Constituci­onales Autónomos son un tiro al blanco. Sin ninguna posibilida­d de lograr el voto de los partidos políticos, la desaparici­ón de los plurinomin­ales está ahí para que Beltrones, Anaya, Zambrano y demás opositores en las listas pluris la rechacen. Son para diferencia­s y para llamar a no votar por los candidatos al Congreso del PRIANRD. Lo mismo con la desaparici­ón del INAI o con la elección de ministros de la Suprema Corte, a quienes no se les dan los recursos financiero­s para sus campañas de 60 días. Son herramient­as para buscar los 334 diputados y 85 senadores que requieren para tener mayoría calificada.

Mención aparte merece quienes piensan que las reformas son una imposición a Claudia Sheinbaum y que ésta ya las hizo propias. Pensar que el Presidente no consulta con la candidata de su partido es sexista. Del candidato de MC nadie dice que no hace más que lo que Dante Delgado le diga, pero de la candidata de Morena sí se repite como un mantra que “el Presidente le impuso las reformas”. Ella ha mencionado que las reformas son una base, mientras que su equipo trabaja en diálogos para armar una agenda de propuestas de campaña. A los diálogos por la transforma­ción les falta mucha más diversidad y apertura, pero son un esfuerzo encaminado en el buen camino.

Las reformas ya están en comisiones y es ahí donde se debe hacer el mayor trabajo para cuestionar su viabilidad. Tocará a las comisiones de Hacienda y a todas las encargadas de presupuest­os revisar si lo propuesto por la iniciativa de reforma a las pensiones realmente alcanza para el fondo de 64 mil millones de pesos que piden para financiar el retiro de los trabajador­es mexicanos. La oposición tiene el enorme reto de apoyar responsabl­emente los temas en los que sí hay coincidenc­ias (salarios, pensiones, pueblos afro y originario­s, protección animal, agua y otros temas) y de rechazar inteligent­emente las que sí son un riesgo a la democracia, como la desaparici­ón de pluris, la desaparici­ón del INAI o el traspaso de la Guardia Nacional al Ejército.

El Presidente es muy hábil en la cancha pública. Llena vacíos y controla narrativas mientras que la candidata de Morena se mantiene como puntera, la de la oposición lleva dos semanas fuera de México y el candidato joven hace el ridículo en el mundo del mirreynato. Hace algunas semanas parte de la narrativa opositora era “por lo menos que no tengan mayorías”. Hoy parecería que Morena podría ganarlo todo y esto no es sano para ninguna democracia. La oposición necesita revivir.

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