DIÁLOGOS DIVERSOS La Presidencia
Es importante preguntarnos por qué la posición o escaño presidencial es muy codiciado por las distintas fuerzas políticas, especialmente, en los países latinoamericanos en donde es uno de los componentes políticos más importante de la ingeniería constitucional. Ser Presidente o Presidenta no tiene precio; siendo románticos (¿Por qué no? es febrero), podemos pensar que es la aspiración máxima de muchos ciudadanos, se pasa a la historia por haber dirigido los destinos del país y, principalmente, se trabaja por las necesidades de millones de votantes o ciudadanos que eligieron a un jefe (a) del Ejecutivo.
Pero detrás de cada cuento no debe faltar la verdad que conlleva la realidad. Según la literatura especializada, un sistema político es presidencial si el Presidente es electo popularmente; no puede ser despedido del cargo por una votación del Congreso durante su periodo preestablecido y; encabeza o dirige de alguna forma el Gobierno que designa. Hay un cuarto criterio asociado a que constitucionalmente se le concede autoridad para legislar, pero este queda explícito en alguno de los tres criterios anteriores.
Entonces, si ponemos atención a cada uno de los criterios no está en duda el enorme poder que la ciudadanía otorga con su voto a quien elige, incluso con todos los defectos que contiene la fórmula de mayoría que más adelante podemos problematizar y analizar por separado. No es casual que en las ceremonias protocolarias de los eventos a los que asisten los Presidentes o Presidentas sean del tipo republicano, en donde hay que rendir pleitesía a quien dirige los destinos del país. Incluso, las atenciones aplican en el nivel sub nacional en donde destacan algunos alcaldes y alcaldesas o gobernadores y gobernadoras que sienten que requieren de alfombra roja para atender los eventos.
Por supuesto, no tiene toda la culpa la clase política debido a que así está diseñado el sistema presidencial, quien gana la elección gana todo, especialmente, el poder que otorga el criterio de nombrar a su gabinete para gobernar es excepcional, es el poder para asignar, destituir, volver a nombrar, y pensar en los intereses de la nación y las suyas.
Como bien escribía el sabio profesor italiano, Giovanni Sartori, allá en la década de los años noventa: “todos los sistemas presidenciales han trabajado mal, excepto el de Estados Unidos”. Señalaba que los presidencialismos de América Latina han sido frágiles y se han instaurado golpes de Estado. Este profesor murió en abril de 2017, tres meses después de que Trump empezará a derrumbar a la democracia y al presidencialismo en Estados Unidos.
Lo importante es que en Latinoamérica el modelo presidencial sigue vigente, con sus fallos, con gobernantes de todo tipo, pero elegidos, en su mayoría, por el pueblo, no por golpes de Estado. La historia del presidencialismo latinoamericano es bastante emocionante y compleja. No habría que dudar de que la gente que recibe bienestar en sus vidas vía políticas públicas tiende a decidir por el candidato o candidata que más se acerca a sus preferencias. Es el votante mediano el gran decisor, el que se ubica justo en el punto medio de una campana de Gauss.
Son tiempos para ir comprendiendo, vía lectura, sobre los componentes de los sistemas políticos, especialmente el de México. Se trata de mejorar nuestra percepción de lo que está en juego en cada proceso electoral y decidir con libertad. Se puede empezar por dar atención a lo que las instituciones encargadas de organizar elecciones nos dicen cuando hablan de participación electoral. Por supuesto, las escuelas juegan un papel clave en la educación cívica. La participación es fundamental.