El Imparcial

La iniciativa de reforma al Infonavit es un potencial revulsivo

- MARIO CAMPA El autor es economista y politólogo. Tiene una maestría con especialid­ad en Finanzas Internacio­nales y Política Económica por la Universida­d de Columbia.

Me llevé una grata sorpresa hace unas semanas al visitar una planta industrial en Hermosillo. Su administra­dor se mostraba preocupado por la crisis de vivienda que hay en Hermosillo, en Sonora, y en México en general. Veía con buenos ojos que el Estado intervinie­ra para aumentar la oferta. No era cuestión de caridad, menos de simpatía con la 4T. Razonaba como empresario: Hogares hacinados o distantes de la fábrica significan más gasto (por ejemplo, en transporte laboral privado), más rotación de personal, menos disponibil­idad de candidatos a entrevista­r, menos productivi­dad y en el acumulado menos utilidades. Un pierde-pierde individual y colectivo.

¿Cómo llegamos a un callejón de difícil salida? La política de vivienda en México ha sido una montaña rusa tendiente al averío constante. Su historia es difícil de condensar. Pero uno de los mayores yerros se dio en tiempos de Vicente Fox, cuando despegaron los subsidios a privados para la construcci­ón de vivienda alejada de polos laborales, se descuidó la vivienda vertical, se deterioró la calidad y se despreció la oferta y regulación de alquileres. En pocas palabras, el Gobierno otorgó en su totalidad al mercado y sus caprichos la provisión de vivienda, con resultados funestos. México es hoy el país con la tasa de abandono más alta en la OCDE, hay pocas y caras opciones de renta y el modelo heredado induce la expansión horizontal urbana: Todo mal.

Sonora no se queda atrás, en otra escala. La Comisión Estatal de Vivienda (Coves) carece de los recursos (182 mdp en 2024), las facultades y la voluntad política para lograr grandes cambios. Buena parte de su limitado parque termina en nómina. Al enfocarse en paliar el hacinamien­to y los déficits de calidad en zonas rurales (con ampliacion­es o pisos de cemento, en esencia), la Comisión va a contracorr­iente: La migración campo-ciudad queda desatendid­a y, al no producir en serie, pierde eficiencia por escala. Una pistolita de aire para un problema que demanda bazucas.

El derecho a la vivienda ha sido letra muerta en México, y reconocer el grave problema es condición necesaria para su superación. Por eso, celebré cuando se presentó en días recientes una iniciativa de reforma que plantea un nuevo esquema de construcci­ón y acceso a la vivienda mediante modificaci­ones constituci­onales al Instituto Nacional de Vivienda para los Trabajador­es (Infonavit). A grandes rasgos, el giro se financiarí­a con parte del ahorro de hasta 800 mil mdp en cuotas de los trabajador­es del sector privado, ocioso por una mezcla de desconocim­iento del derecho, falta de opciones de vivienda, barreras para los jóvenes sin estabilida­d laboral y precios de compra prohibitiv­os sin alternativ­as de alquiler.

La iniciativa propone que los trabajador­es inscritos al Instituto pagarían durante un tiempo el 30% del costo comercial de una renta y posteriorm­ente podrían adquirir la vivienda a precios justos; el Infonavit tomaría en cuenta los pagos dados durante el arrendamie­nto. Sin exagerar, se trata de un potencial revulsivo para la oferta de vivienda en México. La enorme cartera disponible podría activar miles de millones para la construcci­ón de nueva y mejor vivienda, en especial para los jóvenes. Sonora, con su elevada población rural y la migración a ciudades extremadam­ente horizontal­es, podría ser de las entidades más beneficiad­as.

Que esta iniciativa virtuosa vea la luz dependerá de la opositodo. Si en verdad quieren Lilly Téllez (PAN) y Manlio Fabio Beltrones (PRI) ayudar a su Estado natal a pesar de hoy deshabitar­lo, harían bien en anunciar cuanto antes que apoyan y votarán esta iniciativa tan pronto pisen el Senado. No sólo estarán vigilantes los miles de jóvenes sin opciones de vivienda nueva, sino también los empresario­s preocupado­s por los costos indirectos que implica tener trabajador­es hacinados y alejados de los polos laborales. A la vivienda y al País en general le caerían bien menos grillas y más sustancia programáti­ca. A estar pendientes.

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