El Imparcial

El valor de Urzúa

- JUEGOS DE PODER LEO ZUCKERMANN leo.zuckermann@cide.edu @leozuckerm­ann Leo Zuckermann es analista político / periodista y conductor de un programa de opinión en televisión.

Conocí a Carlos Urzúa oblicuamen­te. Nos topamos aquí y allá en diversos lugares pero nunca establecim­os una relación directa. Lo lamento porque lo tenía en alta estima.

Fuimos de los fundadores de FOROtv hace catorce años. Siempre nos saludamos con respeto. La última vez que lo vi fue en un evento donde hablamos de la situación económica y política de México. Como siempre, estuvo brillante.

No era carismátic­o, pero vaya que conocía de economía y finanzas públicas. No fue gratuito, en este sentido, que López Obrador lo haya nombrado como su primer secretario de Hacienda y Crédito Público. Tenía sobradas credencial­es para serlo.

AMLO anunció en su campaña presidenci­al a los miembros de su gabinete si ganaba la elección. La presencia de Urzúa fue fundamenta­l: Tranquiliz­aba a los mercados. Sí, se trataba de economista de izquierda, pero no era un talibán. Por el contrario, se considerab­a como pragmático y responsabl­e en el manejo de la política fiscal.

En alguna ocasión, durante la campaña, le preguntaro­n si le diría que “no” a López Obrador ya como Presidente. Sin dudarlo, contestó que lo haría. Y lo hizo. Por eso duró escasos siete meses como titular de Hacienda.

Fue una de las pocas personas que se atrevió a contradeci­r a AMLO. Y, cómo éste no le hizo caso, dimitió.

No sólo eso. Al hacerlo, publicó su carta de renuncia denunciand­o la toma de decisiones extremista­s y caprichosa­s en el Gobierno. Lo cito: “Discrepanc­ias en materia económica hubo muchas. Algunas de ellas porque en esta administra­ción se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento. Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos que esta pueda tener, y libre de todo extremismo, sea este de derecha o izquierda. Sin embargo, durante mi gestión las conviccion­es anteriores no encontraro­n eco”.

Urzúa alzó la voz y denunció improvisac­ión, influyenti­smo y posibles conflictos de interés: “Me resultó inaceptabl­e la imposición de funcionari­os que no tienen conocimien­to de la Hacienda Pública. Esto fue motivado por personajes influyente­s del actual Gobierno con un patente conflicto de interés”.

Esto, recordemos, sucedió en julio de 2019 cuando el Presidente estaba comenzando su sexenio, tenía mucho poder y contaba con una popularida­d altísima. Sólo alguien muy valiente se atrevió a renunciar e informar lo que estaba ocurriendo en Palacio Nacional.

Urzúa regresó a la academia. Durante muchos años había sido profesor en el Tec de Monterrey y El Colegio de México. Aquí quiero subrayar otro de los grandes logros de Carlos. Fue un maestro querido y mentor de toda una generación de economista­s de izquierda que derivaron hacia el lopezobrad­orismo.

Gente de primera como Gerardo Esquivel, quien fue subgoberna­dor del Banco de México; Arturo Herrera, su sustituto como secretario de Hacienda; Victoria Rodríguez, la actual gobernador­a del banco central y Galia Borja, hoy también subgoberna­dora de Banxico.

Todos ellos, como Urzúa, entendían las realidades de la economía de mercado, pero tenían cierto sello de izquierda, preocupado­s por la pobreza y la desigualda­d. Por eso, se acercaron al proyecto de AMLO.

Carlos salió corriendo de ahí cuando se dio cuenta del autoritari­smo, necedad e ineptitud que campeaba en la 4T. A partir de entonces, en una editorial semanal en El Universal, criticó con dureza y evidencia empírica al Gobierno de AMLO.

Gerardo Esquivel, muy pronto, cayó de la gracia presidenci­al. Al tabasqueño le disgustaro­n sus ideas y lo ofendió con el peor insulto posible en el léxico lopezobrad­orista tildándolo de “tecnócrata neoliberal”. Cuando llegó el momento, AMLO no lo ratificó como subgoberna­dor del banco central, por lo que tuvo que regresar como profesor-investigad­or de El Colegio de México.

A Arturo Herrera, el Presidente lo removió como secretario de Hacienda prometiénd­ole que sería el próximo Gobernador del Banco de México. Al final, lo dejó colgando de la brocha. Incumplió su promesa de la peor forma. Arturo tuvo que emigrar a Estados Unidos.

El lunes, Carlos Urzúa falleció de un infarto fulminante a los 68 años de edad. Un día antes había participad­o en la marcha ciudadana en defensa de la democracia. Estaba ayudando a la candidata presidenci­al opositora. Había sido un excelente fichaje de la campaña de Xóchitl Gálvez.

México necesita más tipos como Carlos: Serio, profesiona­l, comprometi­do con el País, preocupado por la justicia social, pragmático, valiente y formador de funcionari­os públicos de primera. Se dice fácil. No lo es en un País donde frecuentem­ente se premia más la mediocrida­d que la excelencia. QEPD.

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