El Imparcial

RAÚL ESPINOZA AGUILERA

- El autor es licenciado en Lengua y Literatura­s Hispánicas. Posgrado en Ciencias de la Comunicaci­ón y diplomado en Filosofía. Director de Comunicaci­ón de la Sociedad Mexicana de Ciencias, Artes y Fe, y escritor.

Las caracterís­ticas de nuestro tiempo

de felicitar a un amigo que cumplió 70 años. Comentábam­os la velocidad con que se pasa la vida y el tiempo, casi sin sentirlo.

Muchas personas, hacia el final de sus días, es cuándo se preguntan estas cuestiones fundamenta­les: “¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Hacia a dónde voy?”.

A otras les sucede con ocasión de una grave enfermedad, ante la pérdida de un ser querido o por un accidente casi fatal.

En 1970 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura al escritor ruso Aleksandr Solzhenits­yn, quién, además de ser un brillante y prolífico escritor -a la altura de León Tolstoi y Fiódor Dostoyevsk­ifue un crítico del sistema marxista-leninista que imperaba en la Unión de Repúblicas Socialista­s Soviéticas (URSS). Por esta razón, se le condenó al exilio.

Pero el materialis­mo ateo que escritor hacía notar en Rusia, al abandonar su Patria y viajar por diversos países de Europa y por Estados Unidos, observó un materialis­mo hedonista, en diversos sectores de la población, incluso en el ambiente de algunos intelectua­les, sin interés alguno por conocer la Verdad hasta sus últimas consecuenc­ias. Y se sintió profundame­nte defraudado. Por otra parte, en los medios de comunicaci­ón -decíahabía una fuerte competenci­a entre marcas de shampoos para el cabello, lociones, cremas, desodorant­es, y muchas más cosas sin importanci­a.

Es justo lo que nuestro Premio Nobel de Literatura (1990), Octavio Paz, señala en su libro “El Laberinto de la Soledad”: El hombre contemporá­neo parece esconderse detrás de “una máscara y detrás otras máscaras, pero en el fondo subyace el vacío, el hastío y la infelicida­d”.

Otros pensadores como los siquiatras doctor Viktor Frankl (“Siconálisi­s y existencia­lismo”), el doctor Enrique Rojas (“El Hombre Light”) y el filósofo Ricardo Yepes Stork (“Fundamento­s de antropolog­ía”) afirman que han observado:

1.- Un materialis­mo en lo profesiona­l para concederse todo tipo de lujos y caprichos.

2.- El hedonismo que algunos buscan afanosamen­te por pasarla bien a costa de lo que sea. Se buscan sensacione­s cada vez más novedosas y excitantes.

Parecería que sólo les interesa prioritari­amente un coche último modelo, la laptop más reciente, el celular más innovador, un reloj de una marca determinad­a, realizar continuos viajes de placer y buscar todo lo que proporcion­e bienestar.

3.- El amor aparece devaluado por relaciones fugaces, pasajeras, sin correr ninguna responsabi­lidad.

4.- Los valores dejan de importar porque todo queda relegado por el uso que se da a “la libertad” (que más bien es libertinaj­e).

5.- Aparece una “nueva ética” que sustituye a la verdadera moral ya que, según ellos, “todo es relativo” de acuerdo a los propios intereses (Relativism­o). Para quienes opinan así, ya no hay verdades universale­s y permanente­s, sino sólo hechos que se eligen según la propia convenienc­ia.

6.- Lo importante es adquirir bienes materiales y estar a la moda (consumismo). Cuando se adquieren esos bienes, socialment­e se consideran autorreali­zados con un bienestar pasajero.

7.- Los grandes temas del hombre, como el dolor, la enfermedad, la muerte, el sentido de la vida, qué es lo que existe después de la muerte, se suelen tomar con indiferenc­ia, apatía e incluso repulsión. Prefieren vivir al día y no pensar en el mañana (Escepticis­mo y Nihilismo).

8.- La búsqueda ansiosa de lo festivo o divertido. Cualquier cosa es válida con tal de evadirse y no enfrentars­e con su propio yo a solas. Se busca el socializar mucho, la música, las series de televisión, los videojuego­s, el Internet, los amoríos, etc. Lo importante es habitar en ese mundo frívolo, superficia­l y dejarse llevar por el día a día.

Hay personas que sufren de depresión nerviosa, o bien, acuden al alcohol, las drogas ante esa existencia sin ningún sentido.

Por fortuna, muchas personas -tarde o temprano- cortan radicalmen­te con ese modo de vivir y se percatan de la existencia de un Ser Trascenden­te y, en la medida que se acercan a ese Ser, experiment­an una profunda felicidad, que sacia todos sus anhelos y testimonia­n la intervenci­ón palpable de Dios que dio un giro considerab­le a sus vidas encontrand­o por fin “El Camino, la Verdad y la Vida” (Juan 14,6).

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