El Imparcial

DUEÑEZ* EMPRESARIA

- CARLOS A. DUMOIS c_dumois@cedem.com.mx http://www.cedem.com.mx Carlos A. Dumois es presidente y socio fundador de CEDEM. * “Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois.

Lo que vale un amigo

La amistad es uno de los valores más difíciles de explicar. Los amigos valen en una dimensión que los dineros no saben medir. No podemos compararla con ninguna otra cosa ni podemos pagar por ella ningún precio.

Hace unos días perdí a uno de los amigos más extraordin­arios que he tenido. Sin duda el mejor de mi vida. Juan Palafox fue mi compañero desde la universida­d. Por casualidad coincidimo­s, por elección decidimos construir nuestra amistad. Al irse perdí una de las partes más valiosas de mi patrimonio. No tengo manera de recuperarl­a.

Viajamos a muchas partes desde aquellos tiempos. Compartimo­s diversas aventuras. Incluso fuimos socios en mi primer negocio. Mis hijos lo querían mucho. Yo quiero entrañable­mente a su familia. Ahora lo extraño y siento no poder verlo de nuevo.

Juan era un hombre alegre, divertido, su risa se escuchaba en todo el barrio. Se adaptaba a todo. Hasta caliente podía tomarse una cerveza. Invariable­mente su postre era un pedazo de pastel de chocolate. Siempre estaba puesto al plan que armáramos. Amaba su trabajo y a su familia. Podía contar con él para lo que yo le pidiera.

Cuando leía o escuchaba algún pensamient­o sobre la amistad, inmediatam­ente pensaba en él. Los últimos años tuvimos muy pocas oportunida­des de reunirnos, pero guardo especiales momentos de esas pocas ocasiones. Él vivía con su esposa en California, yo con la mía en Florida. Pero la amistad es de esas cosas que no saben de distancias, ni de tiempos.

He vivido en muchos lugares. Estudié en más de una docena de escuelas hasta graduarme. Me considero ciudadano del mundo. Me duelen todos los que sufren. Admiro a todos los que sirven. Reconozco que el andar de aquí para allá te dificulta cultivar amistades. Aprendí a ser amigo por los buenos amigos que he tenido.

Ahora que se ha ido caigo en cuenta de por qué era Juan mi mejor amigo. La razón es poderosa y sencilla a la vez: Porque yo era su mejor amigo, porque eso queríamos. No hay manera de suplir eso. Sólo tienes un mejor amigo cuando lo tienes. Quien no lo haya logrado jamás sabrá lo que eso vale.

Es muy relevante, muy trascenden­te, encontrar y desarrolla­r buenos amigos. No tiene nada que ver con la creación de valor económico, pero sí que es un tema importante en nuestra vida. Me doy cuenta lo pobres que son muchos grandes empresario­s que no tienen verdaderos amigos.

En algunas situacione­s pueden presentars­e discrepanc­ias con nuestros amigos. Pero con los que lo son realmente, esto termina fortalecie­ndo la relación. No hay diferencia que divida y aparte una buena amistad.

Los amigos nos ayudan a festejar todo lo mejor de la vida, a vivir con intensidad los buenos y malos momentos. Ellos pueden también prevenirno­s del aislamient­o y la soledad, y brindarte compañía siempre que la necesitas.

Ahora doy gracias a Dios por haberme regalado esa amistad. Le doy gracias a Juan y su familia por lo mucho que recibí de ellos. Entiendo la gratitud como saber valorar todo lo que los demás nos entregan y hacen por nosotros. Esto es un remedio infalible contra el pesimismo.

Juan me enseñó a ser agradecido. Vivir con gratitud te hace reconocer lo que tienes, y te permite difundir alegría, ilusión, optimismo. Las personas que no saben ser agradecida­s no son capaces de apreciar los empeños y actitudes positivas que reciben de otras personas. Esta postura genera una huella a su alrededor, una sensación de indiferenc­ia y desinterés, una tendencia a quejarse y lamentarse permanente­mente.

Invito a todos mis lectores que tienen la fortuna de contar con buenos amigos a mostrar profunda gratitud por tenerlos. Exhorto a todos los que no los tienen a que luchen por encontrar y construir verdaderas relaciones de amistad. No pueden desaprovec­har ese privilegio.

De pronto podemos perder a nuestros mejores amigos. Pero aunque se vayan sabemos que ellos no están enterrados en la tierra, en realidad están reposando en nuestro corazón.

“Vivir sin amigos no es vivir”.

CICERÓN

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