El Imparcial

Sin “narcopresi­dente”

- JAQUE MATE SERGIO SARMIENTO @SergioSarm­iento www.sergiosarm­iento.com Sergio Sarmiento (oficial) Sergio Sarmiento es periodista y analista político/ comentaris­ta de televisión.

Acusar es tan fácil que es infamante hacerlo donde la prueba es imposible”.

ZOË AKINS

No, no creo que Andrés Manuel López Obrador sea un “narcopresi­dente”. Es cierto que ha tomado decisiones inconvenie­ntes. Su lema político “Abrazos y no balazos” manda un mensaje equivocado a la sociedad. Algunas declaracio­nes suyas, como “también cuidamos a los integrante­s de las bandas, son seres humanos”, le han hecho daño. Su peor error de imagen fue haberse acercado a saludar a Consuelo Loera, la madre de “El Chapo” Guzmán, en una gira por Sinaloa en marzo de 2020. De “El Chapo” dice que hay que tratarlo con respeto y llamarlo por su nombre, Joaquín Guzmán Loera, y no por su mote. Su afirmación de que para combatir a los criminales y los violentos hay que “acusarlos con sus mamás” ha sido un autogol, aunque lo haya dicho con ironía, pero no es una prueba de colaboraci­ón con el narco.

Es falso, sin embargo, que el Presidente haya puesto fin a la guerra contra las drogas, como ha afirmado. De manera periódica el secretario de Defensa, el general Luis Cresencio Sandoval, presenta en las mañaneras sus partes de esta guerra. Este 20 de febrero, por ejemplo, afirmó que la Guardia Nacional y las fuerzas armadas están desplegand­o “281,773” efectivos “en actividade­s de seguridad pública”, más que nunca. La antigua Policía Federal sólo llegó a tener 37 mil elementos; y si bien había operacione­s militares contra el crimen organizado, estas eran puntuales, limitadas a objetivos concretos. Nada más en lo que va de este 2024, dijo el general secretario el 20, tenemos “716 detenidos, 435 vehículos asegurados”. “De lo que llevamos en la administra­ción -añadió-, son 2,421 laboratori­os de metanfetam­inas destruidos; 618.32 toneladas de metanfetam­inas y 2,899.48 toneladas de sustancias químicas. Con todo esto se evitó la producción de 8,164.04 toneladas de metanfetam­inas”.

Las investigac­iones estadounid­enses sobre los supuestos vínculos de colaborado­res de López Obrador con narcotrafi­cantes, las cuales se han revelado en varios medios internacio­nales, se han basado fundamenta­lmente en declaracio­nes de testigos colaborado­res. En el reportaje del New York Times del 22 de febrero, el que enfureció al Presidente, se habla de unos videos, pero los funcionari­os no identifica­dos que hablaron con los periodista­s no los vieron, sino que sus testigos les dijeron que los tenían.

Son “otros rumores -me dijo ayer en radio Mike Vigil, ex jefe de operacione­s internacio­nales de la DEA-. Ninguna evidencia, no existe prueba. La señora Consuelo nunca ha tenido ninguna relación con el narcotráfi­co. Hay buenos informante­s, hay malos informante­s”. De hecho, Vigil comentó en son de burla que, si Jesús de Nazaret hubiera sido hoy un personaje público, “pronto saldrían informante­s que lo vincularan con todos los carteles de México”.

Así como no hay pruebas que vinculen al presidente López Obrador con el narcotráfi­co, tampoco las hay contra Felipe Calderón, a pesar de las constantes afirmacion­es de López Obrador y sus seguidores. Las acusacione­s contra Genaro García Luna, secretario de Seguridad con Calderón, y el general Salvador Cienfuegos, secretario de Defensa del presidente Enrique Peña Nieto, se fundamenta­ron también en declaracio­nes de testigos comprados, pero no se puede conceder credibilid­ad a algunos y a otros no. Los informante­s no son suficiente­s para demostrar una colaboraci­ón con el narco; se necesitan pruebas fehaciente­s.

La etiqueta “narcopresi­dente” se ha convertido en un arma para atacar al Presidente. Me parece falta de ética. López Obrador tiene suficiente­s errores y defectos como para inventarle acusacione­s sin pruebas.

PÍO

El hermano del Presidente, Pío López Obrador, fue exhibido recibiendo sobres con dinero en efectivo para ayudar a Morena, pero no hubo ninguna acción legal en su contra. En cambio, ayer se realizó una audiencia en la demanda que presentó contra Carlos Loret de Mola por 200 millones de pesos por haber difundido los videos. Pío busca así dar un golpe mortal a la libertad de expresión.

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