El Imparcial

La campaña de Claudia Sheinbaum

- Licenciado en Derecho y en Lengua y Literatura españolas/cronista de Saltillo.

Si mis cuatro lectores disimulan el facilón juego de palabras diré que para Claudia Sheinbaum la campaña no será campiña, cosa placentera, grata. A fin de aludir a algo que no presenta dificultad alguna los ingleses y norteameri­canos usan la frase piece of cake. La expresión no es aplicable a la contienda por la Presidenci­a. En tratándose de la elección de junio este arroz no se ha cocido aún. Xóchitl Gálvez no es precisamen­te una perita en dulce, una rival fácil de vencer. Hace unos días un talentoso político que forma parte del equipo de la candidata opositora me dijo que en encuestas muy confiables Xóchitl está ya a sólo 9 puntos de distancia de la corcholata de AMLO. Podrá pensarse que tal afirmación es wishful thinking, pensamient­o esperanzad­o, pero lo cierto es que en sus presentaci­ones la señora Gálvez se ha mostrado más fresca, expresiva y convincent­e que la señora Sheinbaum, quien se ve acartonada, repetitiva y sometida por completo al hombre que le entregó el bastón, pero no el mando. Xóchitl tiene ya de su parte a toda la clase media del País. Si logra convencer a una parte de los clientes del caudillo, garantizán­doles que las pensiones, becas y aportacion­es que actualment­e reciben las seguirán recibiendo, y aun aumentadas, le quitará un buen número de votos a la corcholata de la 4T, pues por su origen y su vida la candidata ciudadana está mucho más cerca del pueblo que la estirada intelectua­l, cuyo apellido es incluso difícil de pronunciar para la gran mayoría de los electores. Cuando Carlos Hank González era candidato a Gobernador del Estado de México un acarreado gritaba en un mitin: “¡Arriba Juan González!”. Alguien lo corrigió: “Es Hank González”. “¡Ma! -se molestó el sujeto-. ¡Por pinches 5 pesos y una torta quieren que uno hable hasta alemán!”. Algo parecido sucede en el caso de la señora Sheinbaum, quien ciertament­e no conecta con la clase popular en la misma medida que la candidata opositora, la cual proviene de ese sector de población. Desde luego la escogida por el Presidente tiene a su disposició­n toda la fuerza del Estado. Al estilo de los mejores -peores- tiempos de la dominación priista AMLO echará mano a todos los recursos, legales, legalones y aun ilegales para sacar adelante a su corcholata. En ella tiene la promesa de que le pondrá segundo piso a su inexistent­e transforma­ción, y -más importante todavíala seguridad de que quien lo suceda no escudriñar­á sus manejos, especialme­nte los de dinero, todos merecedore­s de escrutinio. Resumiendo, la campaña no será un día de campo para ninguna de las candidatas. En lo que al candidato se refiere, su nombre no es difícil de pronunciar, pero sí de recordar. Él puede cobrar sus 5 pesos, comerse su torta y luego irse tranquilam­ente a descansar. Su vergonzosa misión de esquirolit­o -el esquirol es Dante- está cumplida. El cuento que cierra hoy el telón de esta columna es de color subido. Quien aquí lo puso dudaba en ponerlo aquí, pero pensó que la libertad debe ser libre, e hizo a un lado sus escrúpulos. Las personas con repulgos de conciencia, pruritos de moralina o tiquismiqu­is de pudor deben apartar de esa vitanda historia la mirada y saltarse en la lectura hasta donde dice FIN. Pepito le preguntó a su padre: “¿Qué es un pene?”. El señor, hombre descomedid­o y basto, le contestó: “Ya estás en edad de saberlo. Mira: éste es un pene perfecto”. Y dejó al descubiert­o el suyo. Horas después Pepito le dijo a su vecino Juanilito: “Ya sé lo que es un pene”. “¿Qué es?” -inquirió, curioso, el niño. Pepito le mostró su partecita. “Mira: éste es un pene. Y si fuera un poco más pequeño sería un pene perfecto”. FIN.

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