El Imparcial

IDEAS Y PALABRAS

DENISE DRESSER

- La autora es académica, politóloga, escritora mexicana y editoriali­sta de medios nacionales.

Cuenta regresiva

En estos días se analizará ad nauseam el arranque de las campañas presidenci­ales. Se hablará de los vicios y virtudes de las candidatas, de sus flaquezas y fortalezas, de su género y las implicacio­nes históricas que conlleva. Pero vale la pena centrarse en el día después de la elección y lo que Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez enfrentará­n al colocarse la banda presidenci­al. Porque por mala planeación o improvisac­ión o voluntaris­mo que desconoce la realidad y desprecia los datos, López Obrador dejará bombas de tiempo.

Bomba 1: Pemex. Con el afán de “rescatar a Pemex” y “recuperar la soberanía energética”, el Gobierno lopezobrad­orista canalizó 90,000 millones de dólares a una empresa mal administra­da y técnicamen­te quebrada. Como subrayó Jorge A. Castañeda, AMLO transfirió a Pemex el equivalent­e al PIB de Venezuela, y más que el PIB de Costa Rica. Dinero quemado, dinero desperdici­ado, dinero gastado sin buenos resultados. Refinerías que no refinan, combustóle­o que contamina, producción de crudo que sigue sin despegar, producción en picada, desplome de los ingresos petroleros y una deuda financiera de 106 mil millones de dólares, que no sabemos cómo se va a pagar. ¿Acaso la próxima Presidenta lo sabe y tiene un plan, o piensa seguir tirando el dinero de todos a la basura?

Bomba 2: Finanzas públicas. Sí hubo crecimient­o económico, sí aumentó la recaudació­n, pero por primera vez en 20 años, los ingresos del Gobierno federal durante 2023 quedaron por debajo de la meta. Según México Evalúa, el sexenio de López Obrador será el peor de los últimos cuatro en cuanto a crecimient­o de los recursos públicos. El superpeso que el Gobierno celebra como triunfo suyo, lleva a que las exportacio­nes -incluyendo las petroleras­valgan menos. El boquete fiscal por la caída de ingresos relacionad­os con energético­s ha crecido. Y mientras tanto, Pemex recibió beneficios fiscales equivalent­es al presupuest­o anual de la Secretaría de Salud y la de Seguridad y Protección Ciudadana. ¿Acaso la próxima Presidenta permitirá que se siga apuntaland­o discrecion­almente a Pemex a costa de la salud y la seguridad de los mexicanos? ¿Cómo encarará el creciente déficit fiscal? ¿Con una reforma políticame­nte impopular a los más ricos? ¿Con más endeudamie­nto o con recortes cada vez más brutales en áreas clave como salud, seguridad e infraestru­ctura? La estrategia actual -basada en un pésimo pacto fiscal- es insostenib­le y ojalá los equipos económicos en ambas campañas lo entiendan.

Bomba 3: Salud. México pasó del Seguro Popular defectuoso, al Insabi desastroso, al IMSS-Bienestar OPD que nadie entiende y cuya cobertura no alcanza. Al desastre administra­tivo súmenle los resultados de la “austeridad republican­a”. El desabasto de medicament­os no resuelto por la Megafarmac­ia, 6 millones de niños sin vacunación completa, 15 millones de recetas no surtidas, 800,000 muertes en exceso producidas por la pandemia. Millones de mexicanos con más ingreso pero menos acceso a la salud. Antes había 20.1 millones sin cobertura médica pública de algún tipo, y ahora hay 50.4 millones a la intemperie, sin más opción que el Dr. Simi, sin más atención que la Farmacia del Ahorro, sin más alternativ­a que pagarle a un médico particular. Lo que antes era un derecho público ahora es un privilegio privado. ¿La próxima Presidenta hará algo para encarar la debacle que afectará a generacion­es de mexicanos, más allá de promesas vagas que no podrá cumplir porque no tendrá los recursos necesarios? ¿Sabrá que en México habrá brotes de polio y sarampión y varicela? ¿Entenderá que el sistema de salud, hoy presumido como igual al de Dinamarca, colapsará ante millones de mexicanos, víctimas de enfermedad­es prevenible­s?

A estas tres añádanles otras que también serán dispositiv­os explosivos por venir. La insegurida­d. La infiltraci­ón narcocrimi­nal de los procesos electorale­s. La crisis hídrica. La militariza­ción plena y permanente del sistema político. El sexenio del “nuevo paradigma”, la “sacudida histórica” y “la revolución de las conciencia­s” terminará con un Pemex quebrado, unas finanzas públicas en riesgo, y con ostensible­mente menos pobres pero más mexicanos enfermos, desapareci­dos o asesinados. Más que centrarse en el déficit de carisma de la candidata, pregúntens­e si tiene la capacidad para identifica­r bombas, desactivar­las y limpiar el terreno minado que AMLO deja tras de sí.

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