MÁS ALLÁ DEL NOMBRE
Muchas autoras tuvieron que esconderse tras el nombre de un varón inexistente para poder publicar sus obras, algunas de las cuales cambiaron el rumbo de la literatura
GUADALAJARA, JALISCO.- Si bien hoy es más común ver casi el mismo número de autoras que de autores varones en las mesas de novedades literarias, el mundo no siempre fue así. Hasta hace muy poco, la literatura era un terreno dominado por los varones, los que contaban el mundo y las experiencias universales, mientras las mujeres contaban la vida doméstica, el terreno del afecto y los amores.
Entre las razones que estas autoras tuvieron para usar seudónimos se encuentra la necesidad de superar prejuicios de género en sus épocas, para que les permitiera ser tomadas en serio, les diera acceso a oportunidades y atención que podrían no haber tenido si sus obras llevaban un nombre femenino.
De igual manera lo hacían para desafiar las expectativas y roles tradicionales de género en la sociedad, especialmente cuando escribían sobre temas considerados “inapropiados” para mujeres en ese momento e incluso la privacidad y protección de su identidad.
‘ Siempre quisimos un nombre de autor único, y ambas leímos una serie de artículos que hablaban sobre cómo los hombres no compran libros escritos por mujeres”. Meg Howrey Novelista estadounidense
Charlotte Brontë, la autora de “Jane Eyre” y otras obras clásicas, junto con sus hermanas Emily y Anne, publicaron inicialmente bajo seudónimos masculinos. Charlotte Brontë usó el seudónimo “Currer Bell” para sus obras. La principal razón detrás de esta elección se debe, según declaró en algunas de sus cartas, a las convenciones sociales y prejuicios de la época victoriana.
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En una carta enviada al editor de “Jane Eyre”, W. S. Williams, Charlotte Brontë explicó la elección diciendo: “Me pareció que si asumía un nombre masculino, obtendría la crítica y la consideración que me hubieran negado como mujer”.
Louisa May Alcott utilizó el seudónimo masculino “A. M. Barnard” para algunas de sus obras, especialmente aquellas de un tono más melodramático y sensacionalista, que no se ajustaban al estilo y la temática de sus novelas más conocidas, como “Mujercitas”.
Es decir que aunque publicó muchas novelas importantes en su nombre, bajo el seudónimo “A. M. Barnard” escribió novelas como “A Long Fatal Love Chase” y “Pauline’s Passion and Punishment”, para poder diversificar su mercado y sus ganancias.
En un ejemplo más contemporáneo, J.K. Rowling utilizó el seudónimo masculino “Robert Galbraith” para publicar la novela “The Cuckoo’s Calling” en 2013. Rowling explicó más tarde a la prensa que la razón detrás de esta decisión fue preservar la experiencia de escribir sin la carga de expectativas o prejuicios asociados con su nombre, conocido por ser la autora de la exitosa serie de “Harry Potter”.
Quería probar su habilidad para escribir en un nuevo género, el misterio, y ver si la novela sería bien recibida por méritos literarios, sin la influencia de su fama anterior. También dijo que creía que así recibiría críticas más honestas.