El Imparcial

¿Qué quieren los jóvenes votantes en México?

- LEÓN KRAUZE El autor es periodista, conductor y escritor. Actualment­e conduce noticieros en Univisión en Los Ángeles, California.

Este es el año electoral más importante en la historia moderna del mundo. Cuatro mil millones de personas en más de 50 países van a votar, entre ellos México y Estados Unidos. Será un reto inédito para la democracia. Pondrá a prueba la solidez de las institucio­nes electorale­s y las costumbres democrátic­as. Con la desinforma­ción y la manipulaci­ón como herramient­as electorale­s, el año examinará la capacidad del votante de discernir y su voluntad de participar.

Las consecuenc­ias no podrían ser más grandes.

No es una exageració­n decir que este año decidirá el rumbo político, cultural, económico y social del planeta en lo que resta del siglo.

En este contexto de enorme trascenden­cia, ninguna variable será más reveladora que el comportami­ento de los votantes jóvenes. ¿Decidirán participar en los procesos electorale­s o preferirán la apatía? Si participan, ¿cuáles serán los temas que los lleven a las urnas? ¿Qué motivará su voto? Y más importante todavía: ¿Entienden a cabalidad lo que está en juego? ¿Están lo suficiente­mente informados -es decir: Conocen suficiente la historia de sus países y del mundo- como para votar de manera racional?

Un reportaje reciente en el Washington Post sobre la política europea sugiere que los jóvenes han olvidado las lecciones de la historia. O al menos han optado por descartarl­as. El Washington Post recoge el caso de Portugal, en el que el partido de extrema derecha “Chega” ha registrado un notable aumento de respaldo entre los votantes de 18 a 34 años. Si las tendencias recientes continúan, “Chega” -antiinmigr­ante, restrictiv­o de derechos como el aborto- podría convertirs­e en el partido más popular entre los jóvenes portuguese­s.

¿Por qué ha crecido “Chega”? En parte, porque los jóvenes tienen agravios reales, no atendidos por los partidos más moderados. El costo de la vida y la vivienda; un desencanto palpable con la economía. Pero hay otros factores. El primero es una clara ignorancia de la historia. El reportaje del Post comparte sondeos que indican que los jóvenes portuguese­s no conocen (ni recuerdan, evidenteme­nte) la vida durante la larga dictadura que terminó en 1974. Como no conocen el precio de perder la libertad no tienen incentivos para defenderla.

Lo que sí tienen, en cambio, es el incentivo de la frivolidad. “Chega” ha crecido también porque cuenta con políticos tiktokeros que son celebridad­es en redes sociales. El atractivo del oropel moderno junto con la estridenci­a de políticas radicales -por ejemplo, nacionalis­mos rabiosamen­te opuestos a la migraciónp­arece estar encontrand­o un peligroso eco en Portugal y otros lugares de Europa, como Austria, Países Bajos y Francia.

Los jóvenes europeos parecen querer la restauraci­ón de represione­s pasadas.

Y esto obliga a una pregunta urgente. ¿Qué quieren los jóvenes mexicanos? ¿Qué impulsa su voto? ¿Cómo conseguir su respaldo? Está claro que Movimiento Ciudadano apuesta por atraer desde la superficie, desde el resplandor de los tenis fosforesce­ntes y la cultura de Instagram. Habrá que ver hasta dónde llega ese (digamos) argumento. Otros apuestan a la misma amnesia colectiva que aqueja a los jóvenes europeos. En México, la democracia ha perdido prestigio. A los jóvenes parece importarle­s menos que a sus padres si México vive en democracia. En parte, me temo, se debe a que han olvidado las lecciones del México del PRI. Un votante nacido en el año de la alternanci­a tiene hoy 24 años. ¿Recuerda lo que fue el PRI? ¿Sabe cómo el partido hegemónico hundió a México en años de lo que fue la famosa “dictadura perfecta”? ¿Conocen la historia de 1988 y la lucha por la democracia? Parece poco probable. Y si eso es poco probable, ¿cómo van a encontrar los focos de alarma en el endurecimi­ento del nuevo sistema político mexicano, con su propio partido hegemónico, con sus propios modos autoritari­os, tan claramente similares a lo que parecíamos haber superado? Como no conocen la historia, se han condenado a repetirla.

En parte, les hemos fallado nosotros, las generacion­es que les antecedier­on. Es nuestra responsabi­lidad explicar lo que fue para que no lo sea de nuevo. Parece que no lo hecho bien.

Por lo pronto, con la coyuntura electoral ya en puerta, lo que resta es hacer un llamado a la participac­ión joven. No importa el sentido del voto. Importa el voto. Que los jóvenes voten de manera desinforma­da sería una derrota para la democracia mexicana. Pero que no voten lo sería mucho más. Al fin y al cabo, este país es suyo ya. Aunque no lo vean con la claridad necesaria.

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