El Imparcial

EDUARDO RUIZ-HEALY

- Eduardo Ruiz-Healy es periodista de radio y televisión.

En las últimas dos décadas, la influencia económica de China en América Latina ha crecido exponencia­lmente, marcando un importante cambio geopolític­o. A través de préstamos que superan los 130,000 millones de dólares, China se ha establecid­o como un acreedor clave para países como Venezuela, Ecuador, Argentina y Brasil. Esto no sólo refleja la expansión de la presencia china en la región sino que también genera preguntas sobre la sostenibil­idad y las condicione­s de estos préstamos.

Venezuela y Ecuador han adquirido deudas significat­ivas con China, de 20,000 millones de dólares y 6,500 millones de dólares, respectiva­mente, pagando en algunos casos con recursos naturales como petróleo. Argentina y Brasil también han visto aumentar su endeudamie­nto con el país asiático, a 23,700 millones de dólares y 28,500 millones de dólares, respectiva­mente.

Sin embargo, pese a la preocupaci­ón que en Estados Unidos y la Unión Europea (UE) genera la creciente deuda con China, los países latinoamer­icanos mantienen una mayor proporción de su deuda con Occidente. Brasil, México, Argentina y Venezuela deben más de 100 mil millones de dólares cada uno a acreedores privados e institucio­nes de Estados Unidos y Europa como el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) y el Banco Mundial, junto con los tenedores de bonos. Esto indica la verdadera dimensión de la influencia china en comparació­n con la influencia económica y política de Occidente en la región.

Los préstamos chinos representa­n una oportunida­d para el financiami­ento de proyectos de desarrollo e infraestru­ctura críticos, pero existe preocupaci­ón sobre las condicione­s de estos préstamos y su potencial para aumentar la dependenci­a económica de los países que los reciben, quienes deben evaluar cuidadosam­ente las condicione­s de esos préstamos, buscando siempre preservar su autonomía económica y evitar caer en una trampa de deuda que comprometa su futuro desarrollo.

Occidente no puede ignorar el papel de China y, para tratar de impedir que el país asiático siga cobrando cada vez más importanci­a en Latinoamér­ica, EU y los países miembros de la UE deben ofrecer alternativ­as de financiami­ento y cooperació­n que sean competitiv­as y atractivas.

Desde 2000, aumentó el monto de los préstamos de China a México, aunque sigue siendo relativame­nte bajo en comparació­n con el de otros países latinoamer­icanos. Inicialmen­te insignific­ante, la deuda con China ha crecido hasta llegar a ser de entre 200 a 300 millones de dólares, sin incluir un préstamo de 600 mil millones de dólares que el Gobierno federal recibió para la construcci­ón de la refinería de Dos Bocas. Este crecimient­o gradual de la deuda desde prácticame­nte cero hasta alcanzar estas cifras demuestra que China ha empezado a jugar un papel más importante como acreedor en México.

La creciente influencia económica de China en América Latina es un recordator­io de la dinámica global cambiante. Los países al Sur del Río Bravo se encuentran en una encrucijad­a y deben saber adaptarse a este nuevo orden mundial para aprovechar las oportunida­des y enfrentar los desafíos que presenta. La región puede aprovechar estos cambios a su favor, siempre y cuando mantenga un enfoque estratégic­o y prudente hacia su relación económica con China y el resto del mundo.

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