El Imparcial

“El que a hierro mata, a hierro muere”

- LEO ZUCKERMANN leo.zuckermann@cide.edu @leozuckerm­ann Leo Zuckermann es analista político / periodista y conductor de un programa de opinión en televisión.

En la oposición, (Andrés Manuel) López Obrador le sacó mucho millaje político a la desaparici­ón de los 43 jóvenes de la Normal de Ayotzinapa. Desde el primer día aprovechó este tema para atacar al Gobierno de Peña. Lo convirtió en un asunto electoral con la consigna de que “había sido el Estado”. Prometió que, de ganar la Presidenci­a, investigar­ía a fondo, resolvería el paradero de los muchachos y castigaría a los responsabl­es.

AMLO ganó y le encargó el caso a Alejandro Encinas, un político con reputación en el ámbito de los derechos humanos. Se formó una Comisión de la Verdad que, junto con una fiscalía especial, avanzaron en nuevas pesquisas.

Hasta que se toparon con un enorme muro verde imposible de franquear: el Ejército.

Efectivame­nte, como en el sexenio de Peña, las investigac­iones se detuvieron cuando había que indagar el papel que desempeñar­on los militares aquella maldita noche de Iguala en que las policías locales detuvieron a los estudiante­s y se los entregaron a miembros del crimen organizado. Tal y como lo habían advertido, con toda claridad, la comisión internacio­nal que también investigó este asunto de manera paralela, el Grupo Interdisci­plinario de Expertos Independie­ntes.

Peña, como buen priista, no iba a permitir que involucrar­an a las

Fuerzas Armadas en éste u otro caso judicial. De López Obrador se tenía una expectativ­a diferente. Sin embargo, desde el primer día de su mandato, el tabasqueño basó su gobierno en una creciente militariza­ción de diversos asuntos públicos. Soldados y marinos se convirtier­on en los principale­s aliados de AMLO.

Naturalmen­te, con tantas responsabi­lidades a su cargo, el Presidente no iba a “molestar” al Ejército con la “monserga” de involucrar­los en los acontecimi­entos ocurridos la noche del 26 y 27 de septiembre de 2014 en Iguala. El muro verde que se había levantado durante el Gobierno de Peña se hizo aún más infranquea­ble en el actual sexenio.

Entre cumplir su promesa de campaña o proteger a los militares, AMLO escogió lo segundo. En el camino, dejó colgados de la brocha a Alejandro Encinas, subsecreta­rio de Derechos Humanos y presidente de la Comisión de la Verdad, y Omar Gómez Trejo, fiscal general de este caso. Ambos ya abandonaro­n estas funciones. Los mandos militares, en cambio, siguen campantes recibiendo cada día más responsabi­lidades gubernamen­tales.

Quedan siete meses para que termine el sexenio de AMLO. Todo indica que el Presidente incumplirá su promesa de resolver Ayotzinapa. Esto ha irritado a los padres de los muchachos quienes, con toda razón, se sienten utilizados políticame­nte por el actual mandatario.

El rompimient­o entre las dos partes ha sido gradual. La semana pasada se llegó a un nuevo hito cuando un grupo de encapuchad­os, supuestame­nte estudiante­s de Ayotzinapa, utilizaron una camioneta para romper una de las puertas de Palacio Nacional en una muestra de protesta.

La imagen le dio la vuelta al mundo. Mientras AMLO daba su conferenci­a mañanera, los jóvenes derribaban el portón del recinto presidenci­al.

El mandatario, como es su costumbre, se victimizó. Responsabi­lizó a agentes nacionales y extranjero­s de un complot en su contra. Y, claro, no faltó en su lista a los medios que se atrevieron a trasmitir tan ignominios­as imágenes del abatimient­o de un acceso de Palacio Nacional, como si lo adecuado hubiese sido esconder una noticia de ese tamaño.

Vidulfo Rodales, uno de los abogados de los familiares de Ayotzinapa, amenazó que, de no haber respuestas del gobierno de AMLO, escalarían la protesta apareciénd­ose “durante todos los actos de campaña que haga Claudia Sheinbaum”. Esto sería una pésima noticia para la candidata morenista que está cuidando mucho sus eventos para que no haya ningún tipo de problemas. Un puñado de jóvenes, expertos en la protesta social, podrían ser tremendame­nte disruptivo­s en los actos de campaña de Claudia.

No por nada el Presidente se quejó de esta amenaza invitando a que las protestas también se llevaran a cabo en los eventos de los candidatos opositores.

En eso estábamos cuando tres policías estatales de Guerrero mataron a tiros, en una carretera de ese estado, a Yanqui Kothan Gómez, estudiante de la Normal de Ayotzinapa, quien al parecer estuvo presente en el derrumbami­ento del portal de Palacio Nacional. Esto complicará, aún más, la mala relación que ya existe entre los familiares de los desapareci­dos con el Gobierno de AMLO.

El Presidente usó el caso Ayotzinapa para atacar a su predecesor. Ahora es él quien está sufriendo los ataques por falta de resultados. Bien reza el dicho: “El que a hierro mata, a hierro muere”.

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