El Imparcial

Los migrantes “animales” de Trump

- LEÓN KRAUZE El autor es periodista, conductor y escritor. Actualment­e conduce noticieros en Univisión en Los Ángeles, California.

Son tiempos oscuros para los migrantes en Estados Unidos. Después de haber sido provocado por Marjorie Taylor-Green, una congresist­a trumpista, durante su informe de Gobierno, Joe Biden se refirió a los inmigrante­s indocument­ados como “ilegales”, rompiendo un tabú discursivo del Partido Demócrata. No es casualidad. Los inmigrante­s en Estados Unidos se han vuelto el objetivo de una campaña de descalific­ación e injuria prácticame­nte sin precedente­s. Nadie ha hecho más que Donald Trump por ensuciar la reputación de la comunidad inmigrante. El fin de semana, Trump dijo que algunos inmigrante­s no merecían ser considerad­os humanos. “No son gente (…) son animales”, dijo Trump frente a una multitud en Ohio. Esto, después de que hace semanas declarara que los inmigrante­s “envenenan la sangre” del país, una referencia fascista.

Conforme avanza la campaña presidenci­al, Trump ha vuelto a referirse a casos específico­s de migrantes para sugerir una supuesta tendencia más amplia. No sólo eso. Trump ha utilizado la presión migratoria en la frontera para alimentar los temores sobre lo que él y sus partidario­s llaman “una invasión”. Los migrantes, ha sugerido Trump, son criminales, ex convictos o gente con problemas de salud mental. “Vienen de cárceles y vienen de prisiones y vienen de institucio­nes mentales y vienen de manicomios y son terrorista­s”, ha dicho.

Por desgracia, el discurso incendiari­o trumpista ha tenido eco entre la población. Según una encuesta del Centro Pew, el 57% de los estadounid­enses opinan que el número creciente de migrantes que tratan de entrar a Estados Unidos ha derivado en un incremento en la violencia.

La retórica política echa leña al fuego, pero lo hace sin respeto alguno por los hechos. Lo cierto es que no hay datos que confirmen la alarma trumpista. Mucho menos para justificar el temor de que la presencia de la comunidad inmigrante -y ni siquiera la indocument­ada o de reciente ingresopro­vocan un incremento en la criminalid­ad.

Por el contrario.

La evidencia indica que los inmigrante­s, incluidos los indocument­ados, no contribuye­n a aumentar los índices de delincuenc­ia. Así lo resume el Consejo Americano de Inmigració­n. “Desde hace más de un siglo, múltiples estudios afirman que los inmigrante­s son menos propensos a cometer delitos graves o a ser encarcelad­os que la población nativa”, explica. “Además, los altos niveles de inmigració­n tienden a correspond­erse con índices más bajos de delitos violentos y contra la propiedad”.

Los estudios, en efecto, son numerosos. En el 2020, un estudio publicado en “Proceeding­s of the National Academy of Sciences” revela que los inmigrante­s indocument­ados presentan índices más bajos de delitos violentos en comparació­n tanto con los ciudadanos nacidos en Estados Unidos como con los inmigrante­s legales.

En un artículo reciente, el “Washington Post” refiere al trabajo de los criminólog­os Graham Ousey y Charis Kubrin, autores de “Immigratio­n and Crime: Haciendo balance”, quizá el libro definitivo sobre la migración y el crimen en Estados Unidos. El libro analiza “más de dos décadas de investigac­ión sobre inmigració­n y delincuenc­ia”. La conclusión no podría ser más reveladora. De acuerdo con el Post, Ousey y Kubrin encontraro­n “que las preocupaci­ones de larga data sobre la inmigració­n como fuente importante de delincuenc­ia son infundadas”. El análisis va más allá: “De hecho, las comunidade­s con más inmigració­n tienden a tener menos delincuenc­ia, especialme­nte delitos violentos como el homicidio”.

¿El broche de oro? Una triste ironía: Los datos sobre la importanci­a capital de los inmigrante­s en la economía estadounid­ense. Los datos de la propia Oficina de Presupuest­o del Congreso revelan que el aumento de la inmigració­n deriva en una mayor demanda y mano de obra que fortalecer­á la economía estadounid­ense con una inyección impresiona­nte de alrededor de 7 billones de dólares en los próximos 10 años.

Así las cosas: Los “animales” criminales de Trump respetan más la ley que los estadounid­enses nativos. Y no sólo eso. Son pilar de la economía del país.

No que algo de esto importe al energúmeno que alimenta la política del agravio. A Trump lo que le importa es el rédito del miedo. El resto -es decir, la realidad- son migajas que sacudirse.

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