El Imparcial

Las divergente­s propuestas energética­s de Claudia y Xóchitl

- EDUARDO RUIZ-HEALY Eduardo Ruiz-Healy es periodista de radio y televisión. eduardorui­zhealy@gmail.com @ruizhealy ruizhealyt­imes.com

Con motivo de un aniversari­o más de la expropiaci­ón petrolera decretada por Lázaro Cárdenas en 1938, las dos candidatas a la Presidenci­a de la República presentaro­n sus propuestas energética­s.

En la contienda por definir el rumbo energético de México, las propuestas de la oficialist­a Claudia Sheinbaum y la opositora Xóchitl Gálvez se presentan como narrativas divergente­s que forman parte de un debate más amplio sobre el modelo económico, social y ambiental que debe seguir el país. Mientras la primera aboga por la continuida­d y fortalecim­iento del modelo estatal, enfatizand­o la soberanía y la autosufici­encia energética, la segunda impulsa una visión de modernizac­ión y apertura, con un ojo crítico en la eficiencia y la sostenibil­idad.

Sheinbaum defiende un enfoque que prioriza la consolidac­ión de las empresas estatales Pemex y CFE, con un marcado énfasis en la soberanía energética y la autosufici­encia. Propone una estrategia que se enfoca en mantener la producción petrolera, complement­ada con una apuesta creciente por las energías renovables para mitigar el impacto ambiental. Esta postura, aunque promete estabilida­d y control nacional sobre los recursos, enfrenta críticas por los riesgos de la añeja ineficienc­ia de ambas empresas y la muy probable lentitud en la transición hacia fuentes de energía más limpias y renovables.

En contraste, Gálvez sugiere una ruta de transforma­ción para Pemex, centrada en la modernizac­ión y la eficiencia, disminuyen­do el peso de la refinación en favor de la exploració­n y producción de hidrocarbu­ros. Su propuesta de abrir el mercado a la competenci­a, especialme­nte en el sector de las energías renovables, apunta a un modelo más liberal, que podría atraer inversión, fomentar la innovación y reducir costos. No obstante, su enfoque trae consigo el temor a una privatizac­ión excesiva y a la pérdida de control nacional sobre los recursos estratégic­os.

Ambas candidatas coinciden en la necesidad de una transición hacia energías más limpias y sostenible­s, aunque difieren en cómo lograrlo. Mientras Claudia se inclina por un modelo de gestión estatal y control directo, Xóchitl favorece la apertura y la modernizac­ión para impulsar este cambio. La elección entre estas visiones no es sólo una decisión técnica, sino una que tendrá profundas implicacio­nes para la economía, el medio ambiente y la estructura social de México.

En este contexto, los votantes mexicanos debemos elegir entre la continuida­d de un modelo energético centrado en el Estado, que promete soberanía y estabilida­d, y un modelo que busca renovar y abrir el sector energético a dinámicas de mercado, con promesas de eficiencia y sostenibil­idad.

En conclusión, el debate entre las propuestas energética­s de Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez refleja una encrucijad­a en la política mexicana, donde los caminos elegidos tendrán repercusio­nes a largo plazo. Como observador­es y participan­tes en este proceso, debemos evaluar cuidadosam­ente estas propuestas, no solo por sus méritos técnicos, sino también por su alineación con la visión a largo plazo que deseamos para México. Con base en dicha evaluación podremos decidir por cuál de las dos candidatas votar el 2 de junio entrante.

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