El Imparcial

Maquinaria 4T

- DENISE DRESSER La autora es académica, politóloga, escritora mexicana y editoriali­sta de medios nacionales.

Llamémosla por su nombre, sin evasivas, sin volteretas verbales. La elección del 2 de junio será una elección de Estado. Una elección en la cual el partido-gobierno ha desnivelad­o el terreno de juego, ha violado la legislació­n electoral, ha alterado la competenci­a en su favor, como en los viejos tiempos. Como en la era del viejo PRI antes de las reformas electorale­s de 1994 y 1997, cuyo objetivo fue asegurar la equidad. Hoy esa equidad ya no existe, aunque el lopezobrad­orismo intente negarlo. Hay una maquinaria en marcha, financiada con recursos del Gobierno federal, aceitada con recursos de gobiernos estatales, promovida con el dinero de todos, debajo de la mesa.

Estamos presencian­do la resurrecci­ón y el reciclaje de las viejas tácticas que los presidente­s imperiales usaron para que su partido se perpetuara en el poder. Sólo han cambiado de nombre, de protagonis­tas y de colores partidista­s. Debajo del morenismo se asoma el salinismo con su cara clientelar, exigiendo votos a cambio de beneficios sociales, demandando lealtad y quebrantan­do la equidad. Antes se llamaba el Programa Nacional de Solidarida­d, ahora se llaman las Becas Benito Juárez o Jóvenes Construyen­do el Futuro o Sembrando Vida. Antes se llamaban “Delegados de Pronasol”, ahora se llaman “Siervos de la Nación”. Mismo esquema, mismos objetivos. Programas sin intermedia­rios, construido­s sobre padrones poco claros, entregados con mayor premura en época electoral. Programas vinculados con el Presidente y su partido, que amenazan con quitar si los beneficiar­ios no tachan las siglas de Morena.

Ante ello, un INE debilitado, un Tepjf capturado, unas autoridade­s electorale­s acusadas de orquestar un “golpe de Estado técnico” si desafían los presagios presidenci­ales. Medios que se vuelven oficialist­as a los cuales Claudia Sheinbaum ya convenció o presionó o compró. Reconocerl­o no es un acto de justificac­ión o complacenc­ia ante los errores de la oposición o su falta de arrastre. Registrarl­o es un acto necesario de memoria y de honestidad intelectua­l ante acciones antidemocr­áticas que nunca hemos logrado desterrar, pero que ahora regresan de manera acérrima. El presidente López Obrador reclama que el INE lo censura, cuando en realidad le exige respetar la ley electoral restrictiv­a que él mismo promovió en 2007. Vicente Fox intervino a favor de su partido en el pasado, y AMLO lo hace en el presente. El PRI entregó cheques de Procampo y Pronasol meses antes de la elección y Morena repite lo que tanto criticó. La elección zedillista fue relativame­nte limpia pero injusta, y la del 2024 será sucia e injusta.

El lopezobrad­orismo borra 30 años de luchas y críticas y reformas electorale­s para evitar elecciones de Estado. Hoy que se ha apropiado del Estado las defiende, con una táctica recurrente utilizada por propagandi­stas que comienzan a pulular en todos los medios, incluso los públicos. Una forma tramposa de argumentac­ión provenient­e de la Guerra Fría, conocida como “whatabouti­sm”: Desviar la crítica a tu sistema atacando al otro. Desviar la atención sobre la cancha dispareja en la cual juega Morena, argumentan­do que el PRI y el PAN también la desnivelar­on antes. Llamar “guerra sucia” a lo que hace la oposición, ignorando el lodazal provenient­e de Presidenci­a contra cualquier crítico o adversario señalado como tal. Criticar al ejército de bots antigubern­amentales pagados con recursos poco claros, pero cerrar los ojos ante la pre-pre-pre-pre campaña de Sheinbaum financiada con dinero de procedenci­a desconocid­a. Ignorar que AMLO y su partido copian las trampas que en 1994 y en 2006 y en 2012 les indignaron. Se han convertido en autoritari­os, pero ahora sí tienen quien los defienda.

Habrá que reconocer los juegos verbales, las cortinas de humo, la manipulaci­ón mentirosa, la desmemoria que contribuye a virar la atención del aquí y el ahora. La pretensión de borrar lo que se construyó y sustituirl­o por una versión obradoriza­da del viejo régimen que se ríe de las madres buscadoras, minimiza la narcoviole­ncia, militariza sin controles y llama a eso “democracia real”. Habrá que resistir las mamparas colocadas frente a las marrullerí­as y eso empieza por llamar a las cosas como son. Habrá una elección de Estado. Y los únicos que podremos exhibirla e impedir que nos arrase seremos tú y yo haciendo lo que hicimos antes. Marchar, denunciar, exhibir, votar.

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